Por Al Serrato
Todos los años se producen en Estados Unidos miles de delitos en los que no hay testigos ni apenas pruebas. A veces, el autor del delito deja una impresión dactilar -una huella latente- en algún lugar del escenario del crimen. En el pasado, estas huellas tenían poco valor para identificar al delincuente; antes de poder realizar una comparación, la policía debía tener ya un sospechoso conocido.
Hoy en día, los agentes de la ley tienen acceso a una tecnología mucho mejor, en forma de AFIS, el Sistema Automático de Identificación de Huellas Dactilares. Mantenido por el FBI, alberga los datos de millones de impresiones dactilares, lo que permite comparar una huella latente desconocida con millones de delincuentes conocidos. En cuestión de minutos, el ordenador del AFIS puede escupir las veinte mejores coincidencias posibles con la huella latente desconocida. Pero esto no es más que el principio del análisis, ya que, con una sola huella latente en el lugar de los hechos, sólo hay una fuente real de la huella. A continuación, un analista capacitado debe dedicar tiempo a examinar con detalle los patrones de cada sospechoso -los verticilos y arcos y bucles, las crestas y los surcos- para determinar si se puede obtener una coincidencia exacta. Las veinte primeras coincidencias posibles tienen mucho en común, pero al examinarlas más a fondo, aparecerán diferencias en el patrón de las crestas y en los detalles hasta que se pueda identificar la fuente real.
Entonces, ¿qué tiene que ver esto con el campo de la apologética? Sólo esto: viviendo como estamos en tiempos muy pluralistas, a menudo nos encontramos con personas que creen que todas las religiones son básicamente iguales. Examinándolas superficialmente, verán que las religiones comparten una serie de rasgos; por ejemplo, la mayoría enseña la utilidad de tratar a los demás con respeto, de ser amable, de ayudar a los pobres. Así que, aunque reconocen algunas diferencias en las doctrinas, las personas que sostienen este punto de vista creen que han llegado a una gran verdad: no hay una religión correcta, sólo personas que erróneamente, y a veces peligrosamente, piensan que tienen la esquina de la verdad. Esto les hace sentirse tranquilos, por el momento, ya que concluyen que no es necesario investigar más. Basta con ser amable con los demás y seguir su corazón y todo irá bien. Pero si se examina más de cerca, lo único que han hecho es dejar de buscar la verdad, la “fuente” de la vida que les ha sido dada y el universo que les rodea.
Al igual que las huellas dactilares, las religiones pueden parecer en la superficie idénticas, o casi, cuando en realidad no lo son. Y determinar en qué y cómo difieren requiere una inspección rigurosa y minuciosa. Esto, por supuesto, es crucial en un análisis de huellas dactilares porque sabemos que para una huella sólo puede haber una fuente. Ningún analista se detendría cuando redujera la búsqueda a tres posibles fuentes, porque el sentido común y la razón dictan que dos de las tres -o quizá las tres- también deben ser excluibles en una investigación posterior. Es la naturaleza de la cosa examinada.
Lo mismo ocurre con el conocimiento de Dios. Las principales religiones del mundo hacen afirmaciones de verdad mutuamente excluyentes sobre la naturaleza y los atributos de Dios. ¿Vivimos y morimos una vez, y luego nos enfrentamos al juicio, como enseña el cristianismo? ¿O sufrimos un ciclo continuo de vida, muerte y reencarnación? ¿Existe un Dios compuesto por tres personas, o hay en cambio un único dios o una multitud de deidades? Para que una religión sea verdadera, las otras no pueden serlo.
Es lógicamente posible, por supuesto, que todas las religiones sean falsas. No es posible, por el contrario, que las religiones que mantienen posiciones contrarias sean todas verdaderas. O bien Jesucristo es el Hijo de Dios que resucitó de entre los muertos y por tanto proporciona la salvación a un mundo caído, como afirman los cristianos, o no lo es. No puede ser al mismo tiempo salvador y mero sabio.
El análisis crítico y cuidadoso de una huella dactilar latente puede conducir al descubrimiento de la verdad sobre quién la dejó. Hacer el esfuerzo es fundamental para la búsqueda de la justicia, cuya importancia todos reconocemos intuitivamente.
Pero el análisis crítico y cuidadoso también puede conducir al conocimiento del único Dios que nos trajo a la existencia. Cuando no investigamos esta cuestión porque creemos erróneamente que ya sabemos todo lo que necesitamos saber -es decir, cuando nos dejamos engañar creyendo que todas las religiones son más o menos iguales- puede que no nos demos cuenta intuitivamente de lo mucho que estamos renunciando.
Después de todo, lo que viene después -lo que nos espera a cada uno de nosotros al final de nuestros días aquí en la Tierra- es sin duda la cuestión más importante que debemos afrontar. Y cuanto antes comencemos ese proceso, antes encontraremos que nos esperan respuestas buenas y satisfactorias.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
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Al Serrato se licenció en Derecho por la Universidad de California en Berkeley en 1985. Comenzó su carrera como agente especial del FBI antes de convertirse en fiscal en California, donde sigue trabajando. Una introducción a las obras de CS Lewis despertó su interés por la Apologética, que ha seguido durante las últimas tres décadas. Comenzó a escribir Apologética con J. Warner Wallace y Pleaseconvinceme.com.
Blog Original: https://cutt.ly/kUG3Ys6
Traducido y Editado por Yatniel Vega García