Por Melissa Dougherty
Todos queremos ser sabios en nuestro andar espiritual. Deseamos progresar y tomar buenas decisiones que resulten benéficas a largo plazo. Anhelamos vivir sabiamente en todas las áreas de nuestra vida y ser ejemplo para los demás. Pero lo que he visto es que el sendero para llegar ahí no siempre es el más sencillo. En mi experiencia, he sido testigo de lo que podríamos considerar cristianos maduros que en verdad viven de acuerdo a estas características. Pero también he visto a otros que carecen de ellas. Hoy quiero compartir contigo cinco señales de lo que considero es prueba de una madurez espiritual. Estas características tienen base bíblica y son observables por la forma en que algunos cristianos se comportan ante ciertas situaciones.
1. Reaccionan de acuerdo a las Escrituras y con base en el carácter de Dios y no conforme a sus sentimientos y emociones.
Las personas espiritualmente más maduras que conozco también son las más maduras emocionalmente. Toman sus decisiones en apego a la sabiduría de las Escrituras y la lógica y es visible el fruto del Espíritu en sus vidas, especialmente la parte del dominio propio. Dedican tiempo para pensar y evaluar las situaciones y tratan a otros de la manera en que ellos desean ser tratados. No proyectan sus faltas en los demás y son conscientes de ello en sus interacciones y al expresar sus juicios y opiniones. Piensan antes de actuar. Suelen tener un sentido del humor ingenioso e intencionado pero sin humillar ni ofender a los demás. Son ejemplo de lo que está escrito en Santiago 1:19, donde dice que sean prontos para oír, tardos para hablar, y tardos para airarse. Sus valores los obtienen de las Escrituras y también los siguen. Todo esto se coloca por encima de sus emociones y con ello evitan tomar decisiones apresuradas o tener arrebatos emocionales. ¿Sabías que existe un IQ para medir la inteligencia general? Pues, también existe el IQ para la “inteligencia emocional”, y he visto que las personas espiritualmente maduras también tienen un alto IQ en inteligencia emocional. Costi Hinn en alguna ocasión dijo, “Una característica de madurez y de tu dominio propio es gobernar lo suficiente tus emociones como para que puedas comprender a quienes no están de acuerdo contigo.”
2. Escuchan más y hablan menos.
En el punto anterior hice referencia a Santiago 1:19. La gente que vive de acuerdo con este pasaje tiende a interesarse más por la persona con la que están hablando y evitan discusiones innecesarias. Y no se ofenden con cualquier cosa. Leí una publicación en las redes sociales que decía, “Un cristiano inmaduro es difícil de complacer y fácil de ofender.” Lucas 6:45 dice que las personas muestran cosas buenas o malas dependiendo de lo que tengan en su corazón. De la abundancia del corazón, habla la boca. Refrenar tu boca está directamente relacionado con lo que está en tu corazón, y especialmente se ve en lo que se comenta en las redes sociales. Si sólo tienes un martillo, todo te parecerá un clavo. Pero los cristianos espiritualmente maduros son diferentes. Son personas que buscan primero entender y luego ser comprendidos. Intentan responder a sus oyentes desde un amor cimentado en el amor a Dios. Sopesan la perspectiva de la otra persona aun cuando sea contraria a la suya. Pero no son condescendientes cuando aparecen los errores teológicos. Pueden sortear y decidir qué temas evitar y en cuáles ahondar y son capaces de entablar conversaciones profundas sin discutir a cada momento. Proverbios 15:1 dice que la suave respuesta aparta el furor, mas la palabra hiriente hace subir la ira. Ellos buscan en otras personas consejos y respuestas espirituales, y aceptan que les muestren sus defectos.
3. Tienen un marcado sentido de la humildad.
No buscan estar por encima de los demás. Después de observarles me di cuenta que ellos viven para servir, y también viven así en el ministerio. Son como desconocidos o pasan desapercibidos (¡Aun cuando todos saben quiénes son!) Tienen una sana seguridad de sí mismos, y para ellos lo normal es interesarse por otros. No siempre lo hacen con la intención de enseñarles algo pero instintivamente saben hacer preguntas, se les facilita conocer a los demás y tratan a todos con respeto porque todos son seres hechos a la imagen de Dios, en especial cuando no están de acuerdo con ellos. No tienden a reprender a los que tienen una opinión diferente a la de ellos ni demonizan las cosas que no aprueban. Muestran el amor como está descrito en 1 Corintios 13. Son bondadosos, pacientes, no son jactanciosos, se alegran en la verdad y buscan la gloria de Dios, no su propia gloria. En mi experiencia, estos cristianos no alardean que “tienen discernimiento” o que “son humildes”. Sólo lo muestran. En lo que hacen no necesitan los elogios de las personas. Ellos hacen lo que hacen para complacer a Dios y sólo a Dios. Pero sin ser indiferentes con los demás. Esto es fácilmente visible por la forma en que tratan, conversan y aman a otros. Cuando se equivocan tienen suficiente conciencia y humildad para reconocer que es necesario enmendar las cosas y admitir su error. No se ponen a la defensiva y de ser necesario toman medidas para cambiar.
4. Son conscientes de sí mismos..
Una persona espiritualmente madura puede analizar la audiencia y se percata de la manera en que los demás lo perciben. Muestran mesura en su comportamiento social. Son personas capaces de controlarse durante las conversaciones y saben cuándo y en qué situaciones deben retroceder para reconsiderar sus sentimientos. Son conscientes de que representan a Jesús y que sus acciones y palabras tienen consecuencias. Y más que eso, su agudeza es tal que entienden cómo sus palabras y acciones afectarán a los demás. Santiago 3 nos habla mucho acerca de controlar nuestra lengua. Él compara la lengua con el timón que gobierna un gran barco. En el versículo 5 dice, “Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!”. Santiago 1:26 dice, “Si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana.”
5. Establecen límites saludables y tienen un discernimiento auténtico.
No toda ocurrencia ni todo sentimiento lo atribuyen a una señal de Dios ni lo interpretan como el mover del Espíritu Santo, ni tampoco consideran que todo lo que piensan, sienten o escuchan es el Espíritu Santo hablándoles. No alardean de su capacidad de discernir. Sólo lo hacen. Aprenden a desarrollar el discernimiento sin utilizar la paranoia. Tampoco son engreídos por las vastas experiencias espirituales que han vivido, o por lo intensas que fueron, ni siquiera por su mucha inteligencia. Son como cualquier persona que llega a escuchar una conversación creyendo que puede aprender algo de la otra persona ¡Aun cuando ellos saben más que el que está hablando! De ninguna manera les escuchan para después ridiculizarlos. También saben cuándo decir que no y cuándo decir que sí. Una persona espiritualmente madura sabe que la palabra “no” es una respuesta saludable. Saben honrar a Dios con su tiempo y conocen sus límites personales. Tienen suficiente sentido común para saber bien el momento de entrar en alguna conversación, evento o actividad y el mejor momento para retirarse. Y de la misma manera se percatan de los lugares en donde Dios quiere que estén. Prefieren confiar en lo que Dios hará mientras perseveran en la oración y en la lectura de las Escrituras en vez de dejarse llevar por su estado de ánimo que cambia todos los días.
En pocas palabras, son el vivo ejemplo de lo que dice Gálatas 5.22-23: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.” Y también viven lo que encontramos en Hebreos 3 en lo que respecta a la vida en obediencia.
Así que por sus frutos, los reconoceréis.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
Melissa Dougherty es una apologista cristiana mejor conocida por su canal de YouTube donde presenta contenido de una ex new-ager. Tiene dos títulos técnicos post universitarios, uno en Early childhood Multicultural Education (Educación multicultural en tempranas edades de la infancia), y otro en Liberal Arts (Artes liberales) Hoy en día busca titularse como licenciada en Religious Studies (Estudios religiosos) en el Southern Evangelical Seminary.