¿Afirma Isaías 9:6 la Deidad del Mesías de Israel?

Por Jonathan McLatchie

El pasado fin de semana tuve el privilegio de participar en un panel de debate moderado con mis amigos el Dr. Shabir Ally, Yusuf Ismail y Samuel Green. El tema giraba en torno a la cuestión de si Isaías 9:6 afirma la deidad de Cristo. Isaías 9:6-7 dice

6 Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre Sus hombros. Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7 El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.

En este ensayo me propongo exponer con más detalle de lo que pude hacerlo durante nuestro breve diálogo el argumento de que Isaías 9:6 afirma efectivamente la condición divina del Mesías de Israel. Defenderé dos argumentos básicos: (1) Isaías 9:6 se entiende mejor como un texto relativo al Mesías, y (2) Isaías 9:6 identifica al Mesías como una persona divina.

El contexto mesiánico de Isaías 9:6

En esta primera sección, esbozaré los argumentos a favor de considerar Isaías 9:6 como un texto relacionado con el Mesías esperado de Israel. Este era el punto de vista del evangelista Mateo, que citó Isaías 9:1-2 de Jesús en 4:14-16. Esta sección se dividirá en cuatro subsecciones. En la primera, argumentaré que el contexto más amplio de todo el libro de Isaías implica la identidad mesiánica del niño nacido en Isaías 9. En la segunda, argumentaré que las conexiones intertextuales entre la profecía de Isaías y la profecía de Miqueas y Zacarías sugieren la identidad mesiánica del libertador prometido por Isaías. En tercer lugar, responderé a la objeción popular de que Isaías 9 no fue cumplido por Jesús, sino por el rey Ezequías. En cuarto lugar, mostraré que la interpretación de Isaías 9 como texto mesiánico no es una invención cristiana, sino que fue afirmada por Jonatán ben Uzziel, en su traducción interpretativa del Targum arameo del libro de Isaías.

Isaías 9:6 a la luz de los cantos de los siervos

La identidad mesiánica del niño descrito en Isaías 9 puede determinarse mediante un análisis de los vínculos intertextuales con otras partes del libro de Isaías. En Isaías 11:1-5,10, leemos:

Entonces un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago dará fruto de sus raíces. 2 Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor. 3 Él se deleitará en el temor del Señor, y no juzgará por lo que vean Sus ojos, ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos; 4 Sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra. Herirá la tierra con la vara de Su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío. 5 La justicia será ceñidor de Sus lomos, y la fidelidad ceñidor de Su cintura… 10 Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa Su morada.

Este texto habla indiscutiblemente del Mesías, como admite incluso el gran comentarista judío medieval Rashi (rabino Shlomo Yitzhaki) [i]– el descendiente de David (y por tanto de su padre Isaí). Esto significa que este texto conecta con nuestro texto de Isaías 9:6-7, que habla de un niño divino reinando desde el trono de David. La conclusión de que Isaías 11 habla del mismo individuo que Isaías 9 se ve respaldada por la afirmación de que “juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra”, que se asemeja a lo que se dice del niño nacido en Isaías 9 (versículo 7): “El aumento de Su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto”. Así pues, el Mesías del que se habla en Isaías 11 es el mismo individuo del que se habla en Isaías 9:6-7. La idea en ambos textos es que la dinastía davídica, aunque se desvanecería en la oscuridad, un día produciría un brote de su tronco, o una raíz de su tierra seca. De hecho, la palabra hebrea utilizada en Isaías 11:10 para “raíz” (el versículo 1 utiliza la misma palabra en plural) es שֹׁ֣רֶשׁ (sheresh), la misma palabra que se utiliza para el siervo sufriente en Isaías 53:2: Creció delante de Él como renuevo tierno, como raíz (שֹּׁ֙רֶשׁ֙) de tierra seca. Podemos confirmar aún más la conexión entre Isaías 53 y 9 y 11 si nos fijamos en Isaías 42:2-7, que habla del mismo siervo que el descrito en Isaías 53:

»Este es Mi Siervo, a quien yo sostengo, Mi escogido, enquien Mi alma se complace.

He puesto Mi Espíritu sobre Él;Él traerá justicia a las naciones.2 No clamará ni alzará Su voz, Ni hará oír Su voz en la calle. 3 No quebrará la caña cascada, Ni apagará la mecha que casi no arde; Con fidelidad traerá justicia. 4 No se desanimará ni desfallecerá hasta que haya establecido en la tierra la justicia. Su ley esperarán las costas». 5 Así dice Dios el Señor, Que crea los cielos y los extiende, Que afirma la tierra y lo que de ella brota, Que da aliento al pueblo que hay en ella, Y espíritu a los que por ella andan: 6 «Yo soy el Señor, en justicia te he llamado. Te sostendré por la mano y por ti velaré, Y te pondré como pacto para el pueblo, Como luz para las naciones, 7 Para que abras los ojos a los ciegos, Para que saques de la cárcel a los presos, Y de la prisión a los que moran en tinieblas.

Así, como el Mesías de Isaías 9 y 11, el siervo “traerá justicia a las naciones” (versículo 1) y establecerá “en la tierra la justicia” (versículo 4). Dios también dice “He puesto mii Espíritu sobre Él”. Compáralo con Isaías 11:2 (“Y reposará sobre Él el Espíritu del Señor…”). Además, el siervo va a abrir “los ojos a los ciegos”, sacar “de la cárcel a los presos, y de la prisión a los que moran en tinieblas”. Pero eso es exactamente lo que leemos del niño divino en Isaías 9:1 : “El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos”. También será una “luz para las naciones”, como vimos en Isaías 11:10: “Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa su morada”. Isaías 9:2 dice algo similar, “El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos”. También vemos que estos textos están relacionados con Isaías 49:1-7, otro texto mesiánico:

“Escúchenme, islas, y atiendan, pueblos lejanos. El Señor me llamó desde el seno materno, desde las entrañas de mi madre mencionó mi nombre. 2 Ha hecho mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me ha escondido; me ha hecho también como saeta escogida, en su aljaba me ha escondido. 3 Y me dijo: Tú eres mi siervo, Israel, en quien yo mostraré mi gloria. 4 Y yo dije: En vano he trabajado, en vanidad y en nada he gastado mis fuerzas; pero mi derecho está en el Señor, y mi recompensa con mi Dios. 5 Y ahora dice el Señor (el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob vuelva a Él y que Israel se reúna con Él, porque honrado soy a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza), 6 dice Él: Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra. 7 Así dice el Señor, el Redentor de Israel, el Santo suyo, al despreciado, al aborrecido de la nación, al siervo de gobernantes: Lo verán reyes y se levantarán, príncipes, y se postrarán, a causa del Señor que es fiel, del Santo de Israel que te ha escogido.”

Este texto presenta al siervo como el verdadero Israel (versículo 3), un individuo que reúne y redime al Israel nacional (versículo 5) (obsérvese también la comparación del siervo justo de Isaías 42:1-9 con el siervo injusto, Israel, de Isaías 42:18-25). El siervo también -como vimos en nuestros otros textos- es una luz para los gentiles (versículo 6). En el versículo 7 también hay un sorprendente paralelismo con Isaías 52:15:

“Ciertamente Él asombrará (rociará) a muchas naciones, los reyes cerrarán la boca ante Él. Porque lo que no les habían contado verán, y lo que no habían oído entenderán.”

Obsérvese también que el siervo de Isaías 52:15 rocía a las naciones, lo que concuerda con la declaración de misión asignada al siervo en Isaías 9, 11, 42 y 49. Esto, entre otras pistas, indica que el siervo sufriente de Isaías 53 es el mismo individuo del que se habla en estos otros textos de Isaías, incluido el capítulo 9.

Es importante señalar aquí que, en consonancia con los títulos divinos que se otorgan al niño de Isaías 9:6, se pueden aducir más pruebas en apoyo de la condición divina del siervo a partir de estos textos paralelos de Isaías. Por ejemplo, uno de los aspectos más intrigantes de Isaías 52:13-53:12 es el lenguaje de exaltación que se aplica al siervo sufriente en 52:13. “Oigan esto: Mi Siervo prosperará, será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado”. Este es el mismo lenguaje de exaltación que se utiliza exclusivamente para Yahvé en otras partes del libro de Isaías. Consideremos, por ejemplo, Isaías 6:1: “En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo”.  También leemos en Isaías 33:5,10, “Exaltado es el Señor, pues mora en lo alto… «Ahora me levantaré», dice el Señor, «Ahora seré exaltado, ahora seré ensalzado”. Isaías 57:15 dice algo similar, “Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: «Yo habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos”.  En caso de que algún lector tuviera dudas sobre si este lenguaje de exaltación de ser “Alto y Sublime” podría aplicarse a alguien que no es Yahvé, Isaías 2:11-17 deja las cosas claras:

“La mirada altiva del hombre será abatida, y humillada la soberbia de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día. Porque el día del Señor de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha ensalzado, y será abatido. Y esto será contra todos los cedros del Líbano altos y erguidos, contra todas las encinas de Basán, contra todos los montes encumbrados, contra todos los collados elevados, contra toda torre alta, contra toda muralla fortificada, contra todas las naves de Tarsis y contra toda obra de arte preciada. Será humillado el orgullo del hombre y abatida la altivez de los hombres; el Señor solo será exaltado en aquel día,”

Así, vemos que el lenguaje que Isaías 52:13 aplica al siervo sufriente sólo puede usarse en una persona divina. Sin embargo, vemos más pruebas en el cántico del siervo sufriente de un Mesías divino. Consideremos de nuevo Isaías 53:11-12:

“Debido a la angustia de su alma, Él lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes y con los fuertes repartirá despojos, porque derramó su alma hasta la muerte y con los transgresores fue contado, llevando Él el pecado de muchos, e intercediendo por los transgresores.”

Así, leemos que el siervo justificará a muchos e intercederá por los pecadores. Sin embargo, leemos en Isaías 59:16: “Vio que no había nadie, y se asombró de que no hubiera quien intercediera. Entonces Su brazo le trajo salvación, y Su justicia lo sostuvo” (c.f. Is 63:5). Por lo tanto, no se encontró a nadie lo suficientemente digno como para interceder o traer la salvación, así que Yahvé lo hizo Él mismo usando su propio brazo. Sin embargo, en Isaías 53:11-12 vemos que el siervo intercederá. ¿Cómo puede hacerlo si nadie, aparte de Yahvé, es digno? Esto se explica si efectivamente el siervo es una persona divina.

Isaías 9:6 a la luz del Emmanuel

Existe un claro vínculo entre el niño de Isaías 9:6-7 y el que lleva el nombre de Emanuel en Isaías 7:14. Hacer justicia al texto de Isaías 7 y a sus diversas interpretaciones exigiría un extenso debate. Por lo tanto, resumiré sucintamente mi interpretación preferida de este texto, y cómo se relaciona con nuestro texto de Isaías 9. El contexto del texto es, en resumen, que Rezín, el rey sirio, y Peka, el rey del reino septentrional de Israel (es decir, Efraín) habían formado una alianza anti-asiria y habían solicitado la cooperación de Acaz, rey de Judá. Ante la negativa de Acaz a cooperar con su coalición, Siria y el reino del norte emprendieron la guerra contra Judá, tratando de tomarla y establecer al hijo de Tabeel como rey en lugar de Acaz. Esto suponía una grave amenaza para la continuidad de la línea davídica y, por tanto, para la esperanza mesiánica. Así pues, Isaías recibió instrucciones del Señor de ir al encuentro de Acaz, llevando consigo a su hijo, Shear-jashub, y tranquilizar a Acaz asegurándole que Dios les protegería de Siria y Efraín:

‘No prevalecerá ni se cumplirá. 8 Porque la cabeza de Aram es Damasco, y la cabeza de Damasco es Rezín (y dentro de otros sesenta y cinco años Efraín será destrozado, dejando de ser pueblo), 9 y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria es el hijo de Remalías. Si ustedes no lo creen, de cierto no permanecerán’”».

Debe observarse que el versículo 9 condiciona la promesa a la fe de Acaz en Dios para la liberación: “Si ustedes no lo creen, de cierto no permanecerán”. Dios habla entonces a Acaz en el versículo 11 y le pide que nombre una señal que Dios pueda darle como garantía adicional de que Dios estará con él: “Pide para ti una señal del Señor tu Dios que sea tan profunda como el Seol o tan alta como el cielo”. Acaz responde en el versículo 12, con una falsa pretensión de piedad: “No pediré, ni tentaré al Señor”. Esto provoca la ira de Dios, que responde así en los versículos 13-14: “Oigan ahora, casa de David: ¿Les parece poco cansar a los hombres, que también cansarán a mi Dios? 14 Por tanto, el Señor mismo les dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”. Alec Motyer comenta: “La señal ya no es una cuestión de invitación, sino de predicción, ya no persuade a la fe, sino que confirma el desagrado divino.” [ii]

Conforme a los verbos hebreos y los pronombres de segunda persona del versículo 13-14 no están en singular, sino en plural, lo que sugiere que el destinatario ha pasado de Acaz a toda la casa de David. Dios le da la seguridad a la casa de David de que el heredero davídico prometido -la expectativa mesiánica- sigue en pie. El nombre Emanuel significa “Dios con nosotros”. ¿Implica esto una morada literal de Dios en medio de su pueblo en la forma de este niño, Emanuel? Esto, por supuesto, es la enseñanza del Nuevo Testamento, y es digno de mención que el evangelio de Mateo, en el versículo 1:23, cita Isaías 7:14 refiriéndose a  Jesús y en el versículo final de su evangelio, en el contexto de la gran comisión, Jesús dice, “y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. Así, el evangelio de Mateo se cierra con la idea de que, en la persona de Jesús, Dios mismo ha venido a habitar en medio de su pueblo. Pero, ¿cuál es el significado del nombre Emanuel en el contexto de Isaías 7:14? ¿Se trata de un título divino, o simplemente de la plegaria de una madre de Judea pidiendo la liberación? A este respecto, Alec Motyer señala, “Podemos sopesar la probabilidad de esta interpretación poniéndonos en la situación. Dejando a un lado las trascendentales posibilidades de que sea virgen (‛almâ), una joven queda embarazada y llama a su hijo Emmanuel, ya sea como expresión de fe ante hechos adversos o como plegaria de ayuda. ¿Dónde está la “cualidad de señal” en esto, especialmente después de que Isaías pronunciara el nombre y pusiera en marcha la idea? … ¡Qué deprimente anticlímax tras la voluntad expresada por el Señor de ‘mover cielo y tierra’ y el dramático arrebato de Isaías sobre el Soberano mismo dando una señal! El pasaje requiere algo más y si miramos al contexto más amplio de esta sección estrechamente integrada lo encontramos.”[iii] De hecho, en Isaías 8:8, leemos, se alude a “tu tierra, oh Emmanuel”. Motyer señala que “En ninguna otra parte del Antiguo Testamento se ejemplifica ‘tierra’ con un pronombre posesivo acompañado del sujeto del pronombre en vocativo.” [iv] El uso del pronombre posesivo que atribuye la tierra a Emanuel sugiere más bien que este niño no es un individuo corriente. En consonancia con esto, Motyer observa que “el posesivo singular se vincula con ‘tierra’ como unidad política sólo en el caso de reyes (p. ej., Deut. 2:31; 2 Sam. 24:13), Israel personificado o alguna otra personificación (p. ej., Jer. 2:15; Os. 10:1), o del Señor (p. ej., 1 Rey. 8:36; Ezeq. 36:5)”[v] Dado que el niño descrito en Isaías 7:14 es muy probablemente el mismo niño del que se habla en Isaías 9:6-7 (es decir, el destinatario del cuádruple título, incluyendo “Dios Poderoso” y “Padre Eterno”), la mejor explicación es que Emmanuel no es meramente un nombre teofórico, sino de hecho una indicación de que en este niño Dios mismo ha venido a morar en medio de su pueblo.

En este punto hay que comentar la afirmación común de que la idea de una concepción virginal es ajena al texto de Isaias 7:14. Según este punto de vista, la palabra hebrea עַלְמָה (almah) no es la palabra para una virgen, sino simplemente una mujer joven. Aparentemente, los traductores de la Septuaginta no pensaron que παρθένος (la palabra griega para virgen) fuera una traducción irrazonable del hebreo.  También cabe preguntarse cómo una mujer joven que da a luz a un hijo podría ser una “señal” milagrosa. Además, Alec Motyer señala que “De las nueve ocurrencias de ‛almâ las de 1 Crónicas 15:20 y el título del Salmo 46 son presumiblemente una dirección musical pero ya no se entienden. En Salmo 68:25; Proverbios 30:19 y Cantar de los Cantares 1:3 el contexto no arroja ninguna luz decisiva sobre el significado de la palabra. En Génesis 24:43 y Éxodo 2:8 la referencia es indudablemente a una muchacha soltera, y en Cantar de los Cantares 6:8 las ‛alāmôṯ, en contraste con reinas y concubinas, son solteras y vírgenes. Así, siempre que el contexto permite un juicio, ‛almâ no es un término general que signifique ‘mujer joven’, sino uno específico que significa ‘virgen’. Cabe señalar que fuera de la Biblia, ‘por lo que se puede averiguar’, ‛almâ no se utilizaba ‘nunca de una mujer casada'”.[vi] Además, “Génesis 24 es particularmente importante porque proporciona una comparación directa de ‛almâ y beṯûlâ. La oración del siervo de Abraham (24:14) se formula en términos de una ‘muchacha’ (na‛arâ), en edad de casarse (beṯûlâ) y soltera (‘ningún hombre se había acostado con ella’). Los calificativos indican que por sí solo beṯûlâ no es específico. A la luz de este conocimiento acumulado sobre Rebeca, el versículo 43 la describe finalmente como ‛almâ, que es claramente un término resumido para ‘hembra, casadera, soltera’. No hay base para la afirmación común de que si Isaías hubiera querido decir virgo intacta habría utilizado beṯûlâ. ‛almâ está más cerca de este significado que la otra palabra. De hecho, éste es su significado en todos los contextos explícitos. Isaías utilizó así la palabra que, entre las que tenía a su disposición, más se acercaba a expresar ‘nacimiento virginal’ y que, sin impropiedad lingüística, abre la puerta a tal significado.” [vii]

El versículo 15 indica que “Comerá cuajada y miel hasta que sepa lo suficiente para desechar lo malo y escoger lo bueno”. Esto indica que el niño Emmanuel nacería en la pobreza de su pueblo, ya que cuajada y miel es, según los versículos 21-22, el alimento de la pobreza.

El versículo 16 es quizá el más desafiante para una lectura mesiánica: “Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, será abandonada la tierra cuyos dos reyes tú temes”. Sin embargo, Michael Rydelnik señala que “aunque muchos han considerado que el v. 16 es una continuación de la profecía de 7:13-15, la gramática del pasaje sugiere lo contrario. La frase inicial en hebreo puede reflejar un matiz contradictorio, permitiendo una disyuntiva entre el niño descrito en 7:13-15 y el descrito en el versículo 16”[viii].  De hecho, Rydelnik sugiere que “en este versículo se habla de un niño diferente” y que, “lo más lógico es identificar al muchacho como Shear-Jashub. De lo contrario, no tendría sentido que Dios ordenara a Isaías que trajera al muchacho.” [ix] Recordemos que en el versículo 3, Isaías había recibido instrucciones de llevar a su hijo Shear-Jashub (que significa, un remanente volverá) a la reunión con Acaz. Rydelnik propone que “tras haber prometido el nacimiento virginal del Mesías (7:13-15), el profeta señala entonces al niño muy pequeño que ha traído y dice: ‘Pero antes de que este muchacho (usando el artículo con fuerza demostrativa) sepa lo suficiente como para rechazar el mal y elegir el bien, la tierra cuyos dos reyes temes será abandonada'” [x]. Isaías continúa diciendo a Judá en el capítulo siguiente: “He aquí, yo y los hijos que el Señor me ha dado estamos por señales y prodigios en Israel, de parte del Señor de los ejércitos que mora en el monte Sión”. También es digno de mención que en el versículo 16 el pronombre de segunda persona vuelve a estar en singular, lo que sugiere que el destinatario vuelve a ser Acaz. Como había predicho Isaías, en un par de años Tiglat-Pileser había derrotado tanto a Israel como a Siria.

En Isaías 8:3-4, leemos:

“ Me acerqué a la profetisa, y ella concibió y dio a luz un hijo. Y el Señor me dijo: Ponle por nombre Maher-shalal-hash-baz;  porque antes que el niño sepa clamar «padre mío» o «madre mía», la riqueza de Damasco y el botín de Samaria serán llevados ante el rey de Asiria.”

El individuo que lleva el nombre de Maher-shalal-hash-baz (que significa “rápidamente al saqueo”) no es el mismo individuo que el niño que lleva el nombre de Emmanuel, descrito en el capítulo anterior. Esto es evidente porque nace de la profetisa a través de relaciones maritales, lo que descalifica a su madre de ser una עַלְמָה (almah), una palabra que, como se discutió anteriormente, denota una mujer soltera. Además, el niño no trae bendición sobre el pueblo de Judá, sino juicio, resultado de la incredulidad de Acaz. Como Dios explica en el capítulo 8:6-8:

“«Por cuanto este pueblo ha rehusado las aguas de Siloé que corren mansamente, Y se ha regocijado en Rezín y en el hijo de Remalías, Por tanto, el Señor va a traer sobre ellos las aguas impetuosas y abundantes del Éufrates, Es decir, al rey de Asiria con toda su gloria, Que se saldrá de todos sus cauces y pasará sobre todas sus riberas. Fluirá con ímpetu en Judá, inundará y seguirá adelante, Hasta el cuello llegará, Y la extensión de sus alas Llenará la anchura de tu tierra, oh Emmanuel.”

Como ya se ha señalado, el uso del pronombre posesivo en este versículo, que atribuye la tierra a Emmanuel, sugiere que el nombre Emmanuel no es meramente un nombre teofórico, sino que de hecho representa que este individuo es portador de una naturaleza divina. Esto cobra aún más fuerza con el cuádruple título dado al niño en Isaías 9:6, cuyas implicaciones analizaremos en breve.

Isaías 9:6 a la luz de Miqueas 5:2-5

Otro texto mesiánico que guarda relación con nuestro pasaje es Miqueas 5:2-5, escrito por un profeta contemporáneo de Isaías, en el que leemos:

“Pero tú, Belén Efrata, Aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad. Por tanto, Él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los israelitas. Y Él se afirmará y pastoreará Su rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios. Y permanecerán, porque en aquel tiempo Él será engrandecido hasta los confines de la tierra. Él será nuestra paz.”

Incluso Rashi coincide en que este texto expresa la esperanza mesiánica. [xi] Obsérvese los paralelismos entre este texto y los pasajes cristológicos de Isaías. Miqueas 5:5 indica que “él será su paz”, lo que enlaza con el título otorgado al niño en Isaías 9:6, “príncipe de la paz”. También se dice que saldrá de Belén, la ciudad de David (lo que enlaza con las profecías de Isaías 9:7 y 11:1, que afirman que el individuo será de ascendencia davídica). Desde hace tiempo se reconoce que la alusión de Miqueas 5:3 a “hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz” es una referencia intertextual a Isaías 7:13-15. El versículo 3 también indica que “entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel”. Esto concuerda con lo que se dice del siervo en Isaías, donde menciona que él fue nombrado  “para hacer que Jacob vuelva a Él y que Israel se reúna con Él” y “para restaurar a los que quedaron de Israel” (Isaías 49:5-6). Miqueas 5:4 también indica que el Mesías será “engrandecido hasta los confines de la tierra”. Esto también concuerda con el siervo de Isaías, de quien se dice que “estará puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa su morada” (Isaías 11:10), y que a través de él la salvación de Dios “alcance hasta los confines de la tierra” (Isaías 49:6). Obsérvese también la afirmación de Isaías 11:10 de que el siervo “estará puesto como señal para los pueblos”, que encaja con la afirmación de Miqueas 5:4 de qué “se afirmará y pastoreará su rebaño”.

El versículo 2 indica que “de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel.
Y sus orígenes son desde tiempos antiguos”. La versión Reina Valera traduce esta frase, “de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio”. Esta última traducción es más sugestiva de la naturaleza eterna y divina del Mesías, mientras que la versión de La Biblia de las Américas (que dice “desde tiempos antiguos” en lugar de “desde el principio”) podría interpretarse en el sentido de que el Mesías tuvo su origen en Belén en los tiempos del rey David. ¿Qué traducción es la correcta? Michael Brown señala que “en la mayoría de los casos en las Escrituras, ʿolam significa claramente eternidad, como en Salmo 90:2, donde la existencia de Dios se describe como meʿolam weʿadʿolam, “desde la eternidad y hasta la eternidad”. Sin embargo, hay algunos casos en los que ʿolam no puede significar “eterno”, sino más bien “durante mucho tiempo” (ya sea pasado o presente)”. [xii] El examen del contexto más amplio de Miqueas revela que la palabra hebrea עוֹלָם (olam) significa “para siempre” en 2:9 y 4:5, 7. Sin embargo, en Miqueas 7:14 la frase “como en los días de antaño (עוֹלָם)” utiliza la palabra en su sentido no eterno. Por tanto, el contexto permite cualquiera de las dos traducciones, y no podemos ser dogmáticos en cuanto a la traducción de Miqueas 5:2.

A algunos podría preocuparles que la referencia al “Señor su Dios” en Miqueas 5:4 socave la interpretación del Mesías como persona divina. Sin embargo, el Nuevo Testamento da a entender que, en la encarnación, Jesús se sometió al Padre como su Dios. De hecho, esto es un corolario del hecho de que el Señor es el Dios de toda carne (Jeremías 32:27) y que en la persona de Jesús el hijo de Dios se hizo carne (Juan 1:14). Incluso el evangelio de Juan y el libro del Apocalipsis, ambos bastante enfáticos sobre la deidad de Jesús, se refieren al Padre como el Dios de Jesús (cf. Jn 20:17; Ap 1:6, 3:2 y 3:12). Para profundizar en este tema, remito a los lectores a mi artículo aquí.

Isaías 9:6 a la luz de Zacarías 9:9-12

La identidad mesiánica del niño descrito en Isaías 9:6-7 se ve reforzada por la comparación con Zacarías 9:9-12, que es inequívocamente mesiánico. Como afirma incluso Rashi con respecto a este texto: “Es imposible interpretar esto si no es refiriéndose al Rey Mesías, como se afirma: «y su dominio será de mar a mar». No encontramos que Israel tuviera tal gobernante durante los días del Segundo Templo”. [xiii] Si, pues, se puede demostrar que es probable que Isaías 9:6-7 y Zacarías 9:9-12 hablen de un mismo individuo, esto aportaría una prueba más para identificar al niño con el Mesías. En este texto, Zacarías profetiza:

“¡Regocíjate sobremanera, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Tu Rey viene a ti, Justo y dotado de salvación, Humilde, montado en un asno, En un pollino, hijo de asna. Destruiré el carro de Efraín Y el caballo de Jerusalén, Y el arco de guerra será destruido. Él hablará paz a las naciones, Y Su dominio será de mar a mar, Y desde el Río hasta los confines de la tierra. En cuanto a ti, por la sangre de Mi pacto contigo, He librado a tus cautivos de la cisterna en la que no hay agua. Vuelvan a la fortaleza, Oh cautivos de la esperanza; Hoy mismo anuncio que te restituiré el doble.”

El individuo del que habla Zacarías en este pasaje es claramente el mismo individuo del que habló Isaías. Obsérvese los estrechos paralelismos. Tal como leemos del siervo en Isaías, este individuo establece la justicia y la paz mundial en la tierra, y su gobierno se extiende de orilla a orilla, incluyendo a los gentiles. También tenemos una referencia a la liberación de los prisioneros del pozo sin agua, que guarda sorprendentes paralelismos con Isaías 9:2 (“El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz; a los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos”) e Isaías 42:7 (“…para que abras los ojos a los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de la prisión a los que moran en tinieblas”). Además, la expresión “y su dominio será de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra” es paralela al Salmo 72:8, en el que se dice de Salomón, el heredero davídico: “Domine él de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra”. Esto concuerda con la afirmación de Isaías 9:7 de que aquel del que se habla reinaría “sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre”.

También hay que señalar que se puede argumentar que Zacarías 9:9-12 habla de una persona divino-humana, paralelamente a los títulos divinos otorgados al niño de Isaías 9:6. En este texto, vemos que el rey de Israel (el mismo individuo del que habla Isaías), que vendrá y establecerá la paz en la tierra, será un ser humano que cabalgará sobre un asno (para cabalgar sobre el lomo de un asno, debe ser físico). Pero Zacarías también nos dice algo más que es muy importante en relación con el rey venidero de Israel. En Zacarías 14:1-9, leemos,

“He aquí, viene el día del Señor cuando serán repartidos tus despojos en medio de ti. 2 Y yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén; y será tomada la ciudad y serán saqueadas las casas y violadas las mujeres; la mitad de la ciudad será desterrada, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 3 Entonces saldrá el Señor y peleará contra aquellas naciones, como cuando Él peleó el día de la batalla. 4 Sus pies se posarán aquel día en el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al oriente; y el monte de los Olivos se hendirá por el medio, de oriente a occidente, formando un enorme valle, y una mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. 5 Y huirás al valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huirás  tal como huiste  a causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Y vendrá el Señor mi Dios, y todos los santos con Él. 6 Y sucederá que en aquel día no habrá luz; las luminarias se oscurecerán. 7 Será un día único, conocido sólo del Señor, ni día ni noche; y sucederá que a la hora de la tarde habrá luz. 8 En aquel día sucederá que brotarán aguas vivas de Jerusalén, una mitad hacia el mar oriental y la otra mitad hacia el mar occidental, será lo mismo en verano que en invierno. 9 Y el Señor será rey sobre toda la tierra; aquel día el Señor será uno, y uno su nombre.”

Esto se refiere a un tiempo aún futuro en el que todas las naciones se reunirán para la batalla contra Jerusalén, pero Dios mismo intervendrá contra los enemigos de Israel. El versículo 4 afirma algo muy intrigante: los pies de Yahvé se pararán sobre el monte de los Olivos. Para que los pies de Yahvé se paren sobre el monte de los olivos, Él debe unirse a Sí mismo un cuerpo físico, pues un ser no material no tiene pies. Parece que esta alusión está pensada para ser tomada literalmente y no metafóricamente, ya que los pies que tocan el monte de los olivos son los responsables de que el monte se parta literalmente en dos de este a oeste. Así, aquí vemos una imagen del propio Yahvé revestido de un cuerpo físico. El versículo 9 nos dice además que en aquel día “el Señor será rey sobre toda la tierra”. Así, el rey de Zacarías 9:9-10, de quien leemos que viene a Jerusalén con la salvación, montado físicamente en un asno, parece ser Yahvé mismo. Vemos así un presagio de la encarnación, en la que, en la persona de Cristo, Dios tomará sobre sí carne humana. Se podría objetar que el rey mesiánico de Zacarías 9:9-12 no es más que un agente de Dios, y que por eso se le puede llamar “rey”, porque ocupa el lugar de Dios y cumple sus órdenes. Sin embargo, según esta interpretación, no tendría mucho sentido que Dios viniera físicamente a la tierra para reinar si su intención fuera actuar a través de un intermediario humano no divino.

Otra razón para considerar al rey mesiánico del que se habla en Zacarías 9:9-12 como una figura divina es la intertextualidad del pasaje con Sofonías 3:14-20, que presenta varios paralelismos sorprendentes con Zacarías 9:9-12, incluidas las expresiones “Canta jubilosa, hija de Sión. Lanza gritos de alegría, Israel. Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén”. Este texto también habla de un rey de Israel en medio de su pueblo que viene como su salvación para despejar a todos los enemigos de Israel. El texto también habla de la restauración de la fortuna de Israel (Sofonías 3:20, cf. Zacarías 9:12). Sin embargo, el rey de Israel en Sofonías 3 se identifica en el versículo 15 nada menos que con el propio Señor Dios: “El Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti”. Esto proporciona más apoyo para interpretar al rey mesiánico de Zacarías 9:9-12 como una persona divina.

¿Es Ezequías el cumplimiento de Isaías 9:6?

Una objeción a nuestra interpretación que debe tenerse en cuenta la expone el rabino Tovia Singer: “En un esfuerzo por presentar Isaías 9:6 como una profecía futura sobre un Jesús divino, las Biblias cristianas tradujeron burdamente mal este pasaje. Este versículo no habla de ningún acontecimiento futuro ni del mesías. Más bien, Isaías está describiendo la exaltación del rey Ezequías y los nombres divinos que le fueron otorgados tras el milagro cuando Jerusalén fue salvada del asedio asirio hace 2.700 años. Lea usted mismo este pasaje en el hebreo original. La RVR, la LBLA y muchas otras Biblias cristianas cambiaron meticulosamente todos los verbos en pasado de este versículo a un tiempo futuro para que pareciera que se predecía un acontecimiento en un futuro lejano” [xiv]. Sin embargo, el uso del presente  perfecto en Isaías 9:6 puede entenderse plausiblemente como la utilización del modismo hebreo del perfecto profético, en el que un acontecimiento futuro está tan asegurado que se habla de él como si ya se hubiera completado. Otros ejemplos del perfecto profético son Isaías 5:13 (donde Isaías habla del futuro cautiverio de Judá como si ya hubiera ocurrido); Isaías 10:28-32; Isaías 53:2-11; y Amós 5:2.

¿Se refiere este texto al rey Ezequías, como sugieren Singer y otros apologistas judíos? Para empezar, veamos lo que puede decirse en favor de esta interpretación. A veces se afirma que el nombre Ezequías significa “Dios poderoso”. Sin embargo, esto es bastante exagerado, ya que el nombre significa literalmente “Dios da fuerza”. [xv] Sin embargo, la observación de los paralelismos intertextuales entre Isaías 9 y los textos que se refieren al asedio asirio de Judá durante los días del rey Ezequías puede servir de argumento algo más sólido. En Isaías 9:4, leemos: “Porque tú quebrarás el yugo de su carga, el báculo de sus hombros, y la vara de su opresor, como en la batalla de Madián“. Compárese esto con Isaías 10:5, en el que leemos: “¡Ay de Asiria, vara de mi ira y báculo en cuyas manos está mi indignación!”. Isaías continúa en 10:24-27:

“24 Por tanto, así dice el Señor, Dios de los ejércitos: Pueblo mío que moras en Sión, no temas al asirio que te hiere con vara y levanta su báculo contra ti a la manera de Egipto. 25 Porque dentro de muy poco mi indignación contra ti terminará, y mi ira la dirigiré a su destrucción. 26 Y el Señor de los ejércitos levantará un azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb; su báculo estará sobre el mar y lo levantará de la manera que lo hizo en Egipto. 27 Y sucederá en aquel día que la carga de Asiria será quitada de tus hombros y su yugo de tu cerviz, y el yugo será quebrado a causa de la grosura.”

Tovia Singer también afirma que existe otro paralelismo entre Isaías 9:6, que identifica al niño como “Dios poderoso” e Isaías 10:21, que afirma que “Un remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios poderoso” [xvi] Sin embargo, este paralelismo es débil, ya que el título se confiere al niño de Isaías 9:6 (identificado por Singer como Ezequías), mientras que es inequívocamente un título del Dios de Israel en Isaías 10:21.

Existe un paralelismo más sorprendente entre el final de Isaías 9:7, que afirma que “el celo del Señor de los ejércitos hará esto”. En todo el corpus bíblico hebreo, esta frase sólo aparece otras dos veces, en Isaías 37:32 y 2 Reyes 19:31, ambas referidas a la milagrosa salvación por parte de Dios de Ezequías y su nación sitiada del rey Senaquerib y su ejército asirio.

Este caso positivo, aunque parezca plausible en un principio, se ve claramente superado por las pruebas negativas en contra del cumplimiento de este texto por parte de Ezequías. Por un lado, el hijo de Ezequías, Manasés, fue un rey malvado e idólatra que revirtió las reformas de su padre y restauró el culto politeísta en el templo de Baal y Asera (2 Reyes 21). Al parecer, incluso participó en el culto a Moloc, sacrificando niños como ofrenda (2 Reyes 21:6). En sólo cuatro generaciones, la nación fue exiliada a Babilonia, lo que contradice la afirmación de Isaías de que “El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre” (Isaías 9:7). El erudito medieval Isaac Troki intenta eludir esta conclusión afirmando que las palabras “sin fin” son “una mera figura retórica”, y que “Encontramos, de manera similar, en Isaías 2:7: ‘Se ha llenado su tierra de plata y de oro, y no tienen fin sus tesoros; su tierra se ha llenado de caballos, y no tienen fin sus carros’. Así también encontramos en Eclesiastés 4:8, ‘Había un hombre solo, sin sucesor, que no tenía hijo ni hermano, sin embargo, no había fin a todo su trabajo”[xvii]. Troki también interpreta la frase “sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre” (Isaías 9:7) en el sentido de “que su dominio – es decir, la dinastía de David – nunca perecerá. Y aunque se produjo una interrupción durante el tiempo de la cautividad, el gobierno, sin embargo, en los días del Mesías, volverá al vástago de David “[xviii]. Sin embargo, como señala Michael Brown en respuesta a Troki, “está claro por los ejemplos que cita que estas palabras se refieren a algo que difícilmente puede contarse o medirse porque es tan vasto e ilimitado, como las riquezas de Salomón o los problemas de un hombre afligido. ¿Cómo puede entonces aplicarse a Ezequías esta profecía que afirma que “el aumento de su gobierno y de su paz no tendrá fin”? Incluso concediendo que las palabras ‘sin fin’ no tienen que tomarse literalmente en términos de un reino eterno -aunque ésta sería una forma perfectamente buena de expresar ese concepto en hebreo-, sencillamente no describen el reinado de Ezequías, que fue bastante limitado en cuanto a alcance e influencia internacional” [xix]. ¿ Brown también pregunta, en relación con la sugerencia de Troki de que este texto no tiene por qué referirse a un reinado ininterrumpido: “¿Cómo podría haber sido Isaías más claro? ¿Acaso no tienen significado las palabras ‘desde entonces y para siempre’?”. [xx]

Aunque existen, como ya se ha comentado, algunos paralelismos textuales entre Isaías 9 y los textos que tratan del asedio asirio a Jerusalén durante el reinado de Ezequías, también hay vínculos intertextuales -en mi opinión, más llamativos- entre Isaías 9 y otros textos que tratan del Mesías davídico que instauraría la paz mundial y establecería un dominio mundial bajo su reinado. Además, puesto que Isaías y otros profetas también hablan del mismo individuo en el contexto del exilio de Babilonia (Isaías 52:13-53:12 está intercalado entre pasajes que se refieren claramente al exilio de Babilonia, al igual que otros textos bíblicos mesiánicos, como Jeremías 23: 5-6), los vínculos textuales entre esos pasajes relativos al Mesías y los que se refieren al asedio asirio y al exilio babilónico se entienden mejor, en mi opinión, como paralelismos de lo que un día se cumpliría de forma mucho mayor, y como profecía de esperanza en medio de esas pruebas, más que como textos que hablan del mismo acontecimiento.

Además, dado que Ezequías (y de hecho cualquier otro de quien pueda decirse que es el individuo en cuestión) no cumplió lo que se dice del niño en Isaías 9, nuestro texto debe considerarse o una profecía fallida o una profecía mesiánica. Por supuesto, se podría objetar que Jesús tampoco ha cumplido estas predicciones, ya que la paz mundial aún no se ha hecho realidad. Sin embargo, es plausible considerar que esta profecía sigue esperando su culminación definitiva cuando Jesús regrese de nuevo. Dada la resurrección de Jesús de entre los muertos (que puede confirmarse históricamente), el cristiano tiene una expectativa justificada de que el Mesías regresará efectivamente para terminar lo que ha empezado. Así lo interpretaron Jesús y los apóstoles (cf. Mar. 13:26-27; Hech. 1:11; 1 Tes. 3:13, 4:13-18). Yo diría que también hay indicios en este sentido en el Antiguo Testamento. Hay textos en la Biblia hebrea que profetizan sobre un Mesías sufriente que padece y muere (cf. Isa. 52,13-53,12; Dan 9,26). Por otra parte, hay profecías que indican que este mismo Mesías “traspasado” será contemplado por sus enemigos (Zac 12:10). La referencia a ser “traspasado” encaja con Isaías 53:5, donde se dice que el siervo fue “traspasado” por nuestras transgresiones. Aunque el verbo hebreo es diferente (חלל vs דקר), la connotación es la misma. Sin duda, Zacarías 12:10 habla del mismo acontecimiento que el descrito en Zacarías 14, cuando el propio Señor Dios descenderá del cielo en ayuda de su pueblo contra sus enemigos. Esto se desprende del contexto, ya que los versículos que preceden a 12:10 indican que “Aquel día el Señor defenderá a los habitantes de Jerusalén, y el débil entre ellos aquel día será como David, y la casa de David será como Dios, como el ángel del Señor delante de ellos. Y sucederá aquel día que me dispondré a destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén” (Zac 12,8-9; cf. Zac 14,1-9). Como ya se ha dicho, Zacarías 14:4 indica que los pies del Señor se posarán físicamente sobre el monte de los olivos. Como se ha mostrado anteriormente, el versículo 9 sugiere que el Señor que desciende físicamente no es otro que el rey mesiánico del que leemos en Zacarías 9:9-12. Si esto es así, entonces lo que implica es que el traspasado en 12:10 es igualmente el Mesías. El hecho de que el Señor descienda sobre el monte de los Olivos en una forma físicamente encarnada también es coherente con el hecho de que los judíos contemplaran una aflicción física originada durante su anterior venida.

Singer alega además: “Para ocultar aún más que Isaías 9:6 se refiere a nombres dados a Ezequías, la Biblia de la Nueva Traducción Viviente suprime completamente la palabra ‘nombre’, haciendo que el versículo diga: ‘y será llamado'”.[xxi] Esto, sin embargo, es un punto increíblemente débil, ya que decir que alguien será llamado por un nombre puede ser no literal y no tiene por qué denotar un nombre de nacimiento. De hecho, el propio Tovia Singer señala que Jeremías 33:16, hablando de la ciudad de Jerusalén, afirma que “Y este es el nombre por el que será llamada: ‘el Señor, justicia nuestra'”. [xxii] A Ezequías ciertamente no le fueron conferidos esos nombres por su madre.

Antigua interpretación mesiánica judía de Isaías 9:6

También se puede observar que el Targum de Jonathan Ben Uzziel, una paráfrasis aramea de la Biblia hebrea, identifica explícitamente este texto como hablando del Mesías: “El profeta dijo a la casa de David: Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y ha tomado sobre sí la ley para cumplirla. Su nombre es llamado de delante de Aquel que es maravilloso en consejo, el Dios poderoso que vive hasta la eternidad – el Mesías cuya paz será grande sobre nosotros en sus días” [xxiii].

La Deidad del Mesías de Israel

Una vez establecido que Isaías 9:6 se refiere al Mesías, ahora debemos centrar nuestra atención en la cuestión de si afirma su deidad. Como hemos visto, Isaías 9:6 confiere al Mesías un título cuádruple: Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

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Dios poderoso

El más provocador de esos títulos es Dios Poderoso. A primera vista, podría pensarse que con ello se pone fin al debate. Sin embargo, los intérpretes judíos ortodoxos suelen señalar que el título Dios puede utilizarse en algunos contextos de quienes no son Dios. Por ejemplo, en Éxodo 7:1, Dios le dice a Moisés: “Mira, yo te hago como Dios (אֱלֹהִ֖ים) para Faraón” (aunque algunas traducciones al español añaden la palabra “como” antes de “Dios”, ésta no está presente en el texto hebreo). El Salmo 8:5 también utiliza la palabra אֱלֹהִ֑ים (Elohim) en referencia a los ángeles, o seres celestiales.

Un salmo de la investidura  real se refiere al rey davídico como “Dios” (Sal 45:6-7):

“Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de equidad es el cetro de tu reino.

Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por tanto Dios, tu Dios, te ha ungido

con óleo de alegría más que a tus compañeros.”

Nótese que al referente de este Salmo se le atribuye el título de אֱ֭לֹהִים (Elohim), aunque se distingue de su Dios que lo ha ungido con el óleo de la alegría. Algunos comentaristas cristianos han identificado esto como una referencia al Mesías. [xxiv] Sin embargo, creo que se trata de un error, ya que el contexto deja claro que este Salmo se refiere a la investidura real de un heredero davídico. El Salmo se introduce en el versículo 1 con un tributo real: “Rebosa en mi corazón un tema bueno; al rey dirijo mis versos; mi lengua es como pluma de escribiente muy ligero”. Esto por sí mismo no es funesto para una interpretación mesiánica. Sin embargo, el versículo 9 añade más claridad: “… Hijas de reyes hay entre tus damas nobles; a tu diestra, en oro de Ofir, está la reina”. Si este Salmo se refiere al Mesías, ¿quién es la reina de la que también habla este texto, por no hablar de las hijas de reyes que son sus damas de honor? Se ha sugerido que la “boda del Salmo 45 pretende ser una representación figurada del banquete de bodas escatológico”, en la que la reina es una metáfora del pueblo de Dios y las damas de honor representan a las naciones extranjeras.[xxv] Aunque esto no es imposible, me parece que la lectura más directa es que la novia y las damas de honor son literales y no figurativas. Así pues, hay que admitir que el título אֱ֭לֹהִים (Elohim) tiene un significado más amplio que el de una mera designación alternativa de Yahvé, aunque por supuesto puede utilizarse (y suele utilizarse) en este sentido. La cuestión, pues, es qué podemos determinar a partir del contexto sobre su significado en Isaías 9:6.

En Isaías 9:6, la frase completa que se utiliza es אֵ֣ל גִּבּ֔וֹר (el gibbor). Esta expresión aparece otras tres veces en el corpus bíblico hebreo, y en los tres casos se refiere específicamente a Yahvé (Deut 10:17; Jer 32:18; Isa 10:21). Una de esas referencias se encuentra en el capítulo que sigue a nuestro texto: “Un remanente volverá, el remanente de Jacob, al Dios poderoso (אֵ֖ל גִּבּֽוֹר)” (Isa 10:21). Esto tiende a favorecer una interpretación de la misma expresión en Isaías 9:6 como denotando igualmente estatus divino. Sin embargo, el tamaño de la muestra de tres no es lo suficientemente grande como para que esta conclusión quede fuera de toda duda, por lo que la debemos complementar con argumentos adicionales. Cabe señalar aquí que se puede sostener que una excepción se encuentra en Ezequiel 32:21: “Los fuertes entre los poderosos (אֵלֵ֧י גִבּוֹרִ֛ים) hablarán de Egipto…” Este versículo utiliza la frase, אֵלֵ֧י גִבּוֹרִ֛ים (ele gibborim), que a veces se afirma que son las mismas palabras usadas en Isaías (en el mismo orden) pero en plural y conectadas en una relación genitiva, literalmente “dioses de los poderosos”. Sin embargo, la palabra אֵלֵ֧י (ele) en realidad deriva de la raíz, אַ֫יִל (ayil), que puede significar un carnero o un líder/jefe. [xxvi]

También es digno de mención que la palabra אֵ֖ל (el) aparece en singular 217 veces en el texto bíblico, y siempre (sin excepción) denota nada menos que deidad absoluta (aunque hay un puñado de casos en los que se utiliza para referirse a dioses falsos (cf. Deut 32:12; Sal 44:20, 81:9; Isa 44:10, 45:20; y Mal 2:11). Así pues, si Isaías 9:6 no utiliza la palabra אֵ֖ל (el) para denotar estatus divino, sería la única excepción.

Algunos han señalado que la palabra גבר (gibbor) se utiliza a veces como sustantivo, con el significado de ‘héroe’ o ‘guerrero’, y por tanto la frase אֵ֣ל גִּבּ֔וֹר (el gibbor) en Isaías 9:6 podría significar algo así como ‘guerrero divino’. Desde este punto de vista, la palabra אֵ֖ל (el) se tomaría como adjetivo y no como sustantivo. Hay muchos ejemplos en la Biblia hebrea en los que la palabra אֵ֖ל (el) se utiliza con un sustantivo o adjetivo a continuación. El erudito hebreo Alec Motyer comenta: “Con un adjetivo a continuación ‘ēl siempre conserva su estatus completo como sustantivo (por ejemplo, Éx. 20:5; Deut. 7:9; 10:17).”[xxvii] El observa además que “si alguna vez ‘ēl se usa adjetivalmente, la frase nunca es idéntica a Isaías 9:6〈5〉 y su significado nunca se diluye en ‘semejante a Dios’. Siempre que encontremos una construcción idéntica a Isaías 9:6〈5〉 (‘ēl con un adjetivo o sustantivo a continuación), ‘ēl nunca es adjetival, sino que siempre es el sustantivo gobernante, más estrechamente definido por la palabra adicional.” [xxviii]

Como se citó anteriormente, el Targum de Jonathan ben Uzziel traduce Isaías 9:6 al arameo: “El profeta dijo a la casa de David: Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y ha tomado sobre sí la ley para cumplirla. Su nombre es llamado de delante de Aquel que es maravilloso en consejo, el Dios poderoso que vive hasta la eternidad – el Mesías cuya paz será grande sobre nosotros en sus días”.[xxix] Esta traducción evita la implicación de que el niño reciba títulos como “Dios Poderoso” y “Padre de la Eternidad”. Sin embargo, a propósito de esta traducción, Michael Brown señala: “El problema de esta traducción, aparte del hecho de que es gramaticalmente forzada, es que casi todos los nombres recaen sobre Dios, y sólo los dos últimos se dan al hijo, a pesar de que el nombramiento de este niño real es lo central del versículo. ¡Qué extraño! Está claro que los nombres se refieren al hijo, no al Señor que los dio. En otras palabras, la traducción del Targumic sería como decir, ‘Y Dios-el gran, glorioso, santo, maravilloso, eterno, inmutable Redentor y Rey y Señor-llama su nombre Joe’. No hay precedente ni paralelo en ninguna parte de la Biblia y no hay explicación lógica para esta interpretación, ni siquiera es una interpretación natural y gramatical del hebreo. Las características del niño real son centrales -resaltadas aquí por sus nombres- no las características del Señor”. [xxx]

Padre Eterno

También se le identifica con el título “Padre Eterno” (עַ֖ד אֲבִי ad abi), que puede traducirse como una frase genitiva, “Padre de la Eternidad” (ya que אֲבִי, abi, en el texto hebreo, está en relación genitiva con עַ֖ד, ad). Hans Wildberger coincide con esta interpretación: “אבי-עד sólo puede significar ‘padre de la eternidad'” [xxxi]. Esta traducción implica que el niño es en realidad el propio creador, lo que es inequívocamente un atributo de la deidad. Rydelnik y Spencer señalan que “El niño nacido aquí no debe confundirse con el Padre en la Divinidad trina. Más bien, el Hijo de Dios es el creador del tiempo, el autor de la eternidad”[xxxii]. Walter Kaiser comenta igualmente: “Así, el que llegará más tarde es uno que ha estado aquí desde el principio de los tiempos ¡y más!” [xxxiii]. Las notas de la Biblia NET (New English Translation, por sus siglas en inglés) subrayan igualmente: “Este título no debe tomarse en un sentido trinitario anacrónico. (Hacerlo sería teológicamente problemático, pues el ‘Hijo’ es el rey mesiánico y es distinto en su persona de Dios el ‘Padre’). Más bien, en su contexto original, el título presenta al rey como protector de su pueblo” [xxxiv]. De hecho, Dios aparece retratado como Padre de su pueblo en varios textos, como Isaías 22:21, 63:8 y Job 29:16.

El término “Padre” también puede describir la relación del Mesías con su pueblo. Esto no sería incoherente con lo que Isaías dice en otra parte respecto al Mesías: “Cuando Él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, verá a su descendencia, (זֶ֖רַע, zera) prolongará sus días” (Isa 53:10). A veces se alega que este versículo excluye que Jesús sea el Mesías, ya que Jesús no dejó descendencia física. Sin embargo, la expresión יִרְאֶ֥ה זֶ֖רַע (yireh zera ,’ver semilla’) sólo se utiliza una vez en la Biblia hebrea, por lo que difícilmente se puede ser dogmático en cuanto a su significado. En cualquier caso, la palabra זֶ֖רַע (zera) se utiliza en sentido figurado a veces en las Escrituras hebreas, incluso en el libro de Isaías. Isaías se refirió a Israel como “simiente de malvados” (1:4), “descendencia de los malhechores” (14:20) y “descendientes de la mentira” (57:3-4). Así pues, en esos textos, el término “semilla”, “simiente” o “descendencia” se refiere a alguien que en el fondo es un malhechor, etc. Del mismo modo, en Isaías 53:10, se refiere al hecho de que el siervo sufriente vería a sus discípulos transformados en virtud de su obra en favor de ellos. Esto se relaciona en Isaías 53 con la prolongación de sus días, que alude a su resurrección de entre los muertos.

Admirable Consejero

Otro título que se atribuye al niño es “admirable consejero”, literalmente “maravilla-consejero”. Aunque menos concluyente que los títulos ya mencionados, creo que esta frase también sugiere la identidad divina del niño. De hecho, Isaías dice de Dios en otro lugar: “También esto procede del Señor de los ejércitos, que ha hecho maravilloso su consejo y grande su sabiduría.” (Isa 28:29, énfasis mío). Motyer concluye respecto a este texto: “Designar al niño como pele‘ lo convierte en ‘fuera de lo común’, en alguien que es algo así como un ‘milagro’. El uso que hace Isaías del sustantivo en 25:1 y del verbo en 28:29 del ‘consejo’ del Señor sugiere que no se resistiría a la noción de deidad en 9:6〈5〉, especialmente cuando se vincula contextualmente con Dios Poderoso (‘ēl-gibbôr).” [xxxv]

Sin embargo, hay que tener cuidado de no exagerar con respecto a este título, como han hecho algunos eruditos cristianos bienintencionados. Por ejemplo, Edward E. Hindson afirma que “Motyer señala que pele’ se usa quince veces de actos extraordinarios de Dios”. [xxxvi] Sin embargo, Motyer de hecho escribe que “Se usa quince veces de actos humanos, etc., donde significa ‘lo que está fuera de lo ordinario’, por ejemplo, el amor de Jonatán por David (2 Sam. 1:26; cf. 2 Crón. 2:9; Dan. 8:24). Incluso cuando tiene connotaciones desafortunadas (p. ej., 2 Sam. 13:2) significa ‘más de lo que podía atreverse a hacer'”.[xxxvii]

La representación que hace Hindson de Motyer es, por tanto, inexacta. Arnold G. Fruchtenbaum también afirma que “en español, ‘maravilloso’ puede usarse libremente para muchas cosas, pero en hebreo se reserva exclusivamente para lo que es divino”. [xxxviii] Sin embargo, esto es incorrecto, como atestiguan los ejemplos enumerados por Motyer. A pesar de las advertencias anteriores, Motyer señala que “se utiliza cincuenta y cuatro veces para referirse a los actos de Dios y allí el significado es ‘sobrenatural’, aquello que, por la razón que sea, requiere a Dios como explicación, por ejemplo su omnicompetencia (Gén. 18:14), la forma en que sus actos confunden las estimaciones humanas (Sal. 118:23), los alcances de sus providencias morales (Sal. 107:8, 15) y cuando el pueblo asediado sintió que sólo un ‘milagro’ podría salvarlo (Jer. 21:2). En particular, describe los actos del éxodo de Dios (Éx. 3:20; 34:10). Isaías usa el verbo en 28:29 del ‘consejo’ del Señor (enlazando con 9:6〈5〉) y en 29:14 de su obra de cambiar el corazón humano”. [xxxix]También hay una posible conexión con Jueces 13:18, donde el ángel del Señor le dice a Manoa, después de que Manoa preguntara por su nombre: “¿Por qué preguntas por mi nombre, siendo maravilloso (פֶּלִאי, peli)?”. He argumentado en otro lugar que el ángel del Señor se revela a sí mismo como el Mesías y, de hecho, una teofanía divina. Es posible que los traductores de la traducción griega Septuaginta de la Biblia hebrea hicieran esta conexión, ya que la traducción Septuaginta dice: “Porque nos ha nacido un niño; se nos ha dado un hijo cuya jefatura viene sobre su hombro; y su nombre se llama ‘Mensajero del Gran Consejo’, porque traeré paz sobre los gobernantes y salud para él.”[xl] La palabra griega traducida “mensajero” es ἄγγελος que, al igual que su equivalente hebreo מַלְאָךְ (malak) puede traducirse tanto como “mensajero” o “ángel.” ¡Parece plausible que los traductores de la Septuaginta entendieran así que el niño de Isaías 9:6 no era otro que el ángel del Señor!

Príncipe de paz

El último título que se atribuye al niño es “Príncipe de paz”. Este título no nos ayuda a defender la condición divina del niño de Isaías 9, aunque sí conecta con los pasajes (ya comentados) de Isaías y de Zacarías que hablan de la figura mesiánica que establecerá la paz mundial. También conecta nuestro texto con la profecía de Miqueas 5:5, que afirma del Mesías que nacerá en Belén que “será nuestra paz”.

Conclusión

En resumen, hemos visto que se puede demostrar que Isaías 9:6-7 es un texto mesiánico, mediante una cuidadosa comparación de este texto con otros pasajes proféticos indudablemente mesiánicos, tanto en el libro de Isaías como en otros lugares del corpus bíblico hebreo. También hemos visto que la mejor manera de entender Isaías 9:6 es indicando la deidad del niño en cuestión, tanto por un análisis del cuádruple título que se otorga al niño, en particular los provocativos títulos “Dios Poderoso” y “Padre de la Eternidad”, como por otros textos que se puede demostrar que se refieren al mismo individuo.


Notas al pie de página:

[i] “Rashi on Isaiah 11:1”, Sefaria, https://www.sefaria.org/Rashi_on_Isaiah.11.1.1

[ii] J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction & Commentary (La profecía de Isaías: Introducción y comentario) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), 84.

[iii] Ibid., 85-86.

[iv] Ibid., 86.

[v] Ibid.

[vi] Ibid., 84-85.

[vii] Ibid., 85.

[viii] Michael Rydelnik, The Messianic Hope: Is the Hebrew Bible Really Messianic? (La esperanza mesiánica: ¿Es realmente mesiánica la Biblia hebrea?) (Nashville, TN: Broadman & Holman, 2010), kindle.

[ix] Ibid.

[x] Ibid.

[xi] “Rashi on Micah 5:2”, Sefaria, https://www.sefaria.org/Rashi_on_Micah.5.2

[xii] Michael L. Brown, Answering Jewish Objections to Jesus: Messianic Prophecy Objections, (Cómo responder a las objeciones judías contra Jesús: Objeciones a la profecía mesiánica), vol. 3 (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003), 39.

[xiii] “Rashi on Zechariah 9:9”, Sefaria, https://www.sefaria.org/Rashi_on_Zechariah.9.9

[xiv] Tovia Singer, Let’s Get Biblical! Why Doesn’t Judaism Accept the Christian Messiah? (¡Hagámonos bíblicos! ¿Por qué el judaísmo no acepta al Mesías cristiano?)Volume 1 (RMBN Publishers, 2014), 182.

[xv] Francis Brown, Samuel Rolles Driver, and Charles Augustus Briggs, Enhanced Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon (Léxico hebreo e inglés Brown-Driver-Briggs mejorado) (Oxford: Clarendon Press, 1977), 306.

[xvi] Tovia Singer, Let’s Get Biblical! Why Doesn’t Judaism Accept the Christian Messiah? ((¡Hagámonos bíblicos! ¿Por qué el judaísmo no acepta al Mesías cristiano?)) Volume 1 (RMBN Publishers, 2014), 185.

[xvii] Isaac Troki, Hizzuk Emunah: Faith Strengthened, (Fortalecimiento de la fe), trans. Moses Mocatta (New York: Sefer Hermon, 1970), 106–7.

[xviii] Ibid., 107.

[xix] Michael L. Brown, Answering Jewish Objections to Jesus: Messianic Prophecy Objections, (Cómo responder a las objeciones judías contra Jesús: Objeciones a la profecía mesiánica), vol. 3 (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003), 37.

[xx] Ibid.

[xxi] Tovia Singer, Let’s Get Biblical! Why Doesn’t Judaism Accept the Christian Messiah? ((¡Hagámonos bíblicos! ¿Por qué el judaísmo no acepta al Mesías cristiano?)) Volume 1 (RMBN Publishers, 2014), 182

[xxii] Ibid., 183.

[xxiii] “Targum Jonathan on Isaiah 9:5”, Seferia, https://www.sefaria.org/Targum_Jonathan_on_Isaiah.9.5

[xxiv] Seth D. Postell, “Psalm 45: The Messiah as Bridegroom,” in The Moody Handbook of Messianic Prophecy: Studies and Expositions of the Messiah in the Old Testament, (El Manual Moody de Profecía Mesiánica: Estudios y Exposiciones del Mesías en el Antiguo Testamento), ed. Michael Rydelnik and Edwin Blum (Chicago, IL: Moody Publishers, 2019), 573-586.

[xxv] Ibid., 579.

[xxvi] James Swanson, Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament) (Diccionario de lenguas bíblicas con dominios semánticos : Hebreo (Antiguo Testamento)) (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc., 1997).

[xxvii] J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction & Commentary (La profecía de Isaías: Introducción y comentario) (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), 104.

[xxviii] Ibid., 105.

[xxix] “Targum Jonathan on Isaiah 9:5, Sefaria, https://www.sefaria.org/Targum_Jonathan_on_Isaiah.9.5

[xxx] Michael L. Brown, Answering Jewish Objections to Jesus: Messianic Prophecy Objections, (Cómo responder a las objeciones judías contra Jesús: Objeciones a la profecía mesiánica), vol. 3 (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2003), 32–33.

[xxxi] Hans Wildberger, A Continental Commentary: Isaiah 1-12 (Comentario continental: Isaías 1-12), (Minneapolis, MN: Fortress Press, 1991), 404.

[xxxii] Michael A. Rydelnik and James Spencer, “Isaiah,” in The Moody Bible Commentary, ed. Michael A. Rydelnik and Michael Vanlaningham (Chicago, IL: Moody Publishers, 2014), 1024.

[xxxiii] Walter Kaiser, The Messiah in the Old Testament (El Mesías en el Antiguo Testamento) (Grand Rapids, MI: Zondervan Academic, 1995), 164.

[xxxiv] Biblical Studies Press, The NET Bible First Edition Notes (Biblical Studies Press, 2006), Is 9:6.

[xxxv] J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction & Commentary (La profecía de Isaías: Introducción y comentario), (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), 104.

[xxxvi] Edward E. Hindson, “Isaiah 9:1–7: The Deity of Messiah,” in The Moody Handbook of Messianic Prophecy: Studies and Expositions of the Messiah in the Old Testament, (El Manual Moody de la Profecía Mesiánica: Estudios y Exposiciones del Mesías en el Antiguo Testamento), ed. Michael Rydelnik and Edwin Blum (Chicago, IL: Moody Publishers, 2019), 836.

[xxxvii] J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction & Commentary (La profecía de Isaías: Introducción y comentario), (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), 104.

[xxxviii] Arnold G. Fruchtenbaum, Messianic Christology: A Study of Old Testament Prophecy Concerning the First Coming of the Messiah (Cristología Mesiánica: Un estudio de la profecía veterotestamentaria relativa a la primera venida del Mesías), (Tustin, CA: Ariel Ministries, 1998), 39.

[xxxix] J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction & Commentary (La profecía de Isaías: Introducción y comentario), (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), 104.

[xl] Rick Brannan et al., eds., The Lexham English Septuagint (La Septuaginta inglesa Lexham) (Bellingham, WA: Lexham Press, 2012), Is 9:6.

Recursos recomendados en Español:

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek 

El Dr. Jonathan McLatchie es escritor cristiano, conferenciante internacional y polemista. Tiene una licenciatura (con honores) en biología forense, un máster (M.Res) en biología evolutiva, un segundo máster en biociencia médica y molecular y un doctorado en biología evolutiva. Actualmente es profesor adjunto de biología en el Sattler College de Boston, Massachusetts. El Dr. McLatchie colabora en varios sitios web de apologética y es el fundador de la Academia de Apologética (Apologetics-Academy.org), un ministerio que pretende equipar y formar a los cristianos para que defiendan la fe de forma persuasiva mediante frecuentes seminarios en línea, así como ayudar a los cristianos que se enfrentan a dudas. El Dr. McLatchie ha participado en más de treinta debates moderados en todo el mundo con representantes del ateísmo, el islam y otras perspectivas alternativas del mundo. Ha dado conferencias internacionales en Europa, Norteamérica y Sudáfrica para promover una fe cristiana inteligente, reflexiva y basada en pruebas.

Traducido por Daniela Checa Delgado 

Editado por Monica Pirateque

Fuente original del blog: https://bit.ly/3nTm5W5

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