¿Tienen los defensores del DI motivaciones religiosas? ¿Y será importante?

Por Jonathan MacLatchie

Recientemente, alguien me pidió que comentara sobre un artículo publicado en 2017, por John Danaher, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Galway, Irlanda. El ha publicado numerosos artículos sobre filosofía jurídica y moral, así como sobre filosofía de la religión. En su artículo, Danaher alega que los defensores del diseño inteligente (DI) tienen motivaciones religiosas. También afirma que el argumento del DI basado en la complejidad irreductible tiene problemas conceptuales y que los sistemas que consideramos irreductiblemente complejos pueden explicarse adecuadamente por la incorporación de componentes que desempeñan otras funciones en la célula. En dos artículos abordaré sus objeciones sobre nuestros supuestos motivos religiosos, y después sus objeciones específicas a la complejidad irreductible.

Danaher comienza su ensayo recordando sus días de estudiante, cuando por primera vez conoció el DI.

Cuando yo era estudiante, hace ya más de una década, el diseño inteligente estaba en pleno furor. Era la más novedosa amenaza de inspiración religiosa contra el darwinismo (aunque intentaba ocultar sus orígenes religiosos). Argumentaba que el darwinismo nunca podría explicar ciertas formas de adaptación que vemos en el mundo natural.

Lo que diferenciaba al diseño inteligente de sus antecesores era su aparente sofisticación científica. Los defensores del diseño inteligente eran a menudo científicos y matemáticos cualificados, y adornaban sus argumentos con los últimos descubrimientos de la microbiología y aplicaciones abstrusas de la teoría de la probabilidad. Tengo la sensación de que la moda del diseño inteligente se ha desvanecido en los últimos años, aunque no dudo de que aún tenga defensores. 

Estos párrafos delatan el hecho de que el autor está bastante desconectado de la literatura sobre DI.

En primer lugar, el DI ha recorrido un largo camino desde principios de la década de los 2000. Lejos de haberse desvanecido, es ahora más fuerte que nunca, con más defensores académicos (y muchas más publicaciones revisadas por colegas) que en cualquier otro momento de su historia. Sus argumentos están mucho más desarrollados y sofisticados que a principios de la década de los 2000 y es probable que esta tendencia continúe.

En segundo lugar, no está claro en qué sentido se refiere Danaher a los “orígenes religiosos” del DI. Es cierto que tener una perspectiva religiosa, que predispone al teísmo, crea una estructura de verosimilitud que abre la mente a la posibilidad de que existan pruebas medibles de diseño en el universo, incluyendo en los organismos vivos. Por tanto, estar persuadido independientemente de la verdad de una religión teísta (en mi caso, el cristianismo) es un factor relevante para la evaluación de la probabilidad a priori (o verosimilitud intrínseca) del DI. Sin embargo, incluso si uno no está convencido de la religión teísta, la evidencia de diseño en el mundo natural es, en mi opinión, suficiente para abrumar incluso a un priori muy bajo. De hecho, la evidencia cosmológica de que nuestro universo tiene una historia finita; el afinamiento de las leyes y constantes de nuestro universo; la adecuación ambiental previa de la naturaleza para la vida compleja; la optimización del universo para el descubrimiento científico y la tecnología; y la evidencia biológica de diseño apuntan unívocamente y de forma convergente en la dirección de un creador cósmico. Así, el DI ha atraído el apoyo de eruditos que no profesan ninguna religión, como Michael Denton, David Berlinski y Steve Fuller. Günter Bechly, paleontólogo y colaborador habitual de Evolution News (“Noticias de la Evolución”), aunque ahora es creyente cristiano, no simpatizaba con el cristianismo cuando empezó a ser persuadido del DI.

Más adelante en el ensayo, Danaher hace otras observaciones,

No se trata de que Dios haya creado el flagelo bacteriano, sino de que lo hizo un diseñador inteligente. Por razones tácticas, a los defensores del diseño inteligente les gustaba ocultar sus motivaciones religiosas, intentando afirmar que su teoría era científica y no de naturaleza religiosa. Esto se hizo en gran medida para eludir ciertas prohibiciones legales sobre la enseñanza de la religión en virtud del derecho constitucional estadounidense. Pero eso no me interesa aquí demasiado. Considero que el movimiento del diseño inteligente es un movimiento religioso y, por tanto, los argumentos que ofrecen están a la altura de casi todos los argumentos de diseño.

Estos comentarios son erróneos a muchos niveles.

En primer lugar, la afirmación de que los defensores del DI no somos claros sobre nuestras convicciones religiosas personales es claramente falsa. En mi caso, he dejado muy claro que soy teísta cristiano, aunque mis motivos para llegar a esa conclusión son totalmente independientes de la ciencia del DI. Y no soy en absoluto el único. Prácticamente todos los principales defensores del DI -desde Michael Behe a William Dembski, pasando por Stephen Meyer, Phillip Johnson, David Klinghoffer, Casey Luskin, Brian Miller, Ann Gauger y muchos otros- han sido totalmente abiertos sobre sus creencias religiosas personales. En el mundo del diseño inteligente, nadie oculta nada sobre sus creencias religiosas, incluidos los que carecen de ellas.

En segundo lugar, el DI es un argumento científico, y cuando se evalúa un argumento científico, los motivos de sus proponentes son irrelevantes. Como escribe Casey Luskin,

En ciencia, los motivos o las creencias religiosas personales de los científicos no importan; sólo importan las evidencias. Por ejemplo, los grandes científicos Johannes Kepler e Isaac Newton se inspiraron para su trabajo científico en sus convicciones religiosas de que Dios crearía un universo ordenado y racional con leyes físicas comprensibles que rigieran el movimiento de los planetas. Resultó que tenían razón, no por sus creencias religiosas, sino porque las pruebas científicas validaron sus hipótesis.(Al menos, se pensaba que Newton tenía razón hasta que llegó Einstein). Sus creencias religiosas personales, sus motivos o sus afiliaciones no cambiaron en nada el hecho de que sus teorías científicas tuvieran un mérito científico inestimable que contribuyó a sentar las bases de la ciencia moderna.

Atacar una idea por los supuestos motivos religiosos de sus proponentes es cometer la falacia genética, y eso es exactamente lo que Danaher ha hecho aquí.

En tercer lugar, el DI no es un argumento religioso. Aunque el DI aporta pruebas sólidas a favor de una perspectiva ampliamente teísta, el argumento en sí se basa en el método cientifico. El DI no ayuda a evaluar los méritos de una tradición religiosa concreta frente a otra. El DI ni siquiera se compromete técnicamente con el teísmo, aunque yo sostendría que Dios es el mejor candidato para la identidad del diseñador (como argumenta Stephen Meyer en su reciente libro, Return of the God Hypothesis (El regreso de la hipótesis de Dios). Así pues, el DI justamente atrae a personas de todas las creencias religiosas y de ninguna (incluidos judíos ortodoxos, musulmanes y agnósticos). Esto es importante porque demuestra que el DI no trata de apoyar a una religión en particular. Por lo tanto, nos esforzamos por ser honestos acerca de las limitaciones del DI, teniendo cuidado de no exagerar lo que las pruebas científicas por sí solas pueden decirnos.

Por último, si Danaher quiere analizar los motivos religiosos de los defensores del DI, tenemos que considerar lo que esa línea de ataque haría a la evolución. Casey Luskin ha documentado (ver aquí o aquí) las amplias creencias, motivos y afiliaciones antirreligiosas de muchos de los principales defensores de la evolución. Aunque yo (y Luskin) sostenemos que la evolución es ciencia, cabe preguntarse qué pasaría con la evolución si las creencias religiosas (o antirreligiosas) de sus defensores se convirtieran de repente en relevantes para evaluar sus méritos.

La declaración de Danaher sobre la afirmación de que el DI es científico y no religioso “se hizo en gran medida con el fin de eludir ciertas prohibiciones legales sobre la enseñanza de la religión en virtud de la ley constitucional de EE.UU.” es históricamente incorrecta. El Discovery Institute (Instituto de Descubrimiento – la principal organización que financia la investigación y promueve la comprensión pública del DI) no apoya los intentos de garantizar legalmente la enseñanza del DI en las escuelas públicas. De hecho, desde la primera participación del Discovery Institute en los principales debates sobre la educación pública en los EE.UU. (en Ohio en 2002), no ha apoyado la obligatoriedad de la enseñanza del DI en las escuelas públicas. Esto no se debe a que pensemos que el DI es inconstitucional. El DI, al igual que el Big Bang en cosmología, puede ser favorable a una perspectiva ampliamente teísta. Sin embargo, esto no hace que la idea en sí misma sea religiosa, del mismo modo que la teoría del Big Bang no es una idea religiosa. Por lo tanto, no hay nada intrínseco al DI que lo haga inconstitucional bajo la Primera Enmienda (ver aquí o aquí para discusiones legales). Sin embargo, los intentos de promover legislativamente la enseñanza del DI tienden a politizar la teoría, y creemos que los méritos del DI deberían debatirse en las revistas científicas, no en los tribunales. En cambio, el Discovery Institute aboga por un modelo de “enseñar la polémica”, en el que se presentan y discuten los puntos fuertes y débiles de las teorías científicas (incluyendo la evolución). Todo esto se expone clara y abiertamente en nuestra página de Política de Educación Científica:

Como cuestión de política pública, el Discovery Institute se opone a cualquier intento de exigir la enseñanza del diseño inteligente por parte de los distritos escolares o las comisiones estatales de educación. Los intentos de exigir la enseñanza del diseño inteligente sólo politizan la teoría y obstaculizan el debate justo y abierto de los méritos de la teoría entre los académicos y dentro de la comunidad científica. Además, en la actualidad, la mayoría de los profesores no saben lo suficiente sobre el diseño inteligente como para enseñarlo con precisión y objetividad.        

En lugar de recomendar la enseñanza del diseño inteligente en las escuelas públicas K-12, el Instituto Discovery pretende aumentar la cobertura de la evolución en los currículos. Cree que la evolución debe presentarse a los alumnos de forma completa y exhaustiva, y que deben aprender más sobre la teoría evolutiva, incluyendo sus cuestiones no resueltas. En otras palabras, la evolución debe enseñarse como una teoría científica abierta al escrutinio crítico, no como un dogma sagrado que no puede cuestionarse.

Así pues, Danaher está mal informado sobre la política educativa del Discovery Institute desde hace mucho tiempo. En un segundo artículo abordaré sus objeciones específicas al argumento de la complejidad irreductible.

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek recursos


El Dr. Jonathan McLatchie es escritor cristiano, conferenciante internacional y polemista. Tiene una licenciatura (con honores) en biología forense, un máster (M.Res) en biología evolutiva, un segundo máster en biociencia médica y molecular y un doctorado en biología evolutiva. Actualmente es profesor adjunto de biología en el Sattler College de Boston, Massachusetts. El Dr. McLatchie colabora en varios sitios web de apologética y es el fundador de la Academia de Apologética (Apologetics-Academy.org), un ministerio que pretende equipar y formar a los cristianos para que defiendan la fe de forma persuasiva mediante frecuentes seminarios en línea, así como ayudar a los cristianos que se enfrentan a dudas. El Dr. McLatchie ha participado en más de treinta debates moderados en todo el mundo con representantes del ateísmo, el islam y otras perspectivas alternativas del mundo. Ha dado conferencias internacionales en Europa, Norteamérica y Sudáfrica para promover una fe cristiana inteligente, reflexiva y basada en pruebas.

Traducido por Wendy Roda

Editado por Mónica Pirateque 

Fuente Original del Blog: https://bit.ly/4fyNTF0 

 

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