Serie Defensa de la Resurrección: Detalles Vergonzosos

Por Brian Chilton

Iniciamos una investigación sobre qué tan histórico es el acontecimiento de la resurrección de Jesús de Nazaret. Cuando se investiga cualquier afirmación histórica, ya sea reciente o de hace mucho tiempo, los historiadores usan herramientas historiográficas para determinar la probabilidad de que ese acontecimiento haya sucedido. El criterio de la vergüenza es una de las herramientas que usan los historiadores para determinar la legitimidad de las declaraciones que se hicieron. La lógica que sustenta este criterio es que los escritores intentarán que su causa se vea lo más atractiva posible. Si los eventos que se están analizando contienen detalles que ponen en vergüenza al escritor, a los primeros líderes, al fundador, o a la causa; entonces se puede ratificar que el evento es auténtico. Craig Evans nos dice: “Este criterio es fácilmente malinterpretado. Lo que en verdad significa es que todo el material que muy probablemente podría causar incomodidad o vergüenza para la iglesia primitiva es poco probable que los cristianos lo hayan inventado en algún momento después de la Pascua. Los dichos y hechos “vergonzosos” son aquellos que son bien sabidos que sucedieron durante el ministerio de Jesús, y por lo tanto, nos guste o no, no pueden ser borrados del historial de vida de Jesús” (Evans 2006, 49) Cuando hablamos de la resurrección de Jesús, están presentes una gran cantidad de estos elementos vergonzosos. Así que en este artículo presentaré diez de ellos.

Ya que este punto fue tema principal en el artículo anterior, no hay mucho que añadir. Para quienes no han leído el artículo, busca la primera parte de esta serie. A manera de resumen, en el siglo primero el testimonio de las mujeres no tenía la misma importancia que el testimonio de los hombres. Por lo tanto, si se quería inventar una historia, no tenía sentido decir que las mujeres fueron las primeras testigos. Sin embargo los cuatro Evangelios mencionan que fueron las mujeres las que atestiguaron el hecho, en especial María Magdalena, quien fue la primera que vió a Jesús resucitado. Por este motivo, el testimonio de las mujeres califica como un detalle vergonzoso que muestra la autenticidad del evento de la resurrección.

Las mujeres observaron la crucifixión de Jesús desde lejos. Ellas estuvieron pendientes de las necesidades de Jesús hasta el final. Pero, en esta escena no encontramos a ninguno de los discípulos a excepción de Juan hijo de Zebedeo al que le fue dicho que cuidara a María, la madre de Jesús (Juan 19:26-27). Pedro y sus compañeros huyeron y se escondieron mientras que las mujeres mostraron algo de valor y no lo hicieron. En el siglo primero la valentía de los hombres era tenida en alta estima, es impensable que este detalle de la historia de la Pascua fuese narrado a no ser que haya sido algo que verdaderamente ocurrió.

El sepultar adecuadamente a alguien era muy importante para los judíos de aquel entonces. Milton Fisher señala que “las costumbres de la sociedad al enterrar a las personas son un reflejo de sus perspectivas espirituales sobre la muerte y lo que existe después de la vida” (Fisher, 386). No darle una justa sepultura al ser querido demostraba el escaso valor o afecto que la persona o personas tenían por el recién fallecido. Fue José de Arimatea, uno de los miembros del Sanedrín, quien le dio a Jesús la sepultura adecuada. Un miembro del propio Sanedrín y no los discípulos, fue quien hizo lo necesario para darle a Jesús una digna sepultura. Esto es una gran afrenta para los discípulos especialmente en una cultura que se regía por el honor/vergüenza como las del Medio Oriente y las naciones de Asia.

Después de la resurrección de Jesús, los evangelistas (los escritores de los Evangelios) son honestos al escribir las dudas que tuvieron algunos discípulos. En el Evangelio según Juan, Tomás es señalado como uno de los que dudaron y se deja registro sobre su duda (Juan 20:24-45). Comúnmente se le conoce como “Tomás el incrédulo”. Y es lamentable que sea así porque muy probablemente Tomás demostró su fe dando su vida. La tradición sugiere que Tomás fue martirizado por profesar su fe y fue atravesado con una lanza en la ciudad de Mylapore, en la India el 2 de julio del 72 d. C. Ahora bien, los evangelistas no hubieran dejado testimonio de las dudas de los primeros testigos de la resurrección si estas no hubiesen ocurrido.

Si un grupo de judíos iba a organizar un nuevo movimiento, ninguno consideraría como buena idea decir que su héroe murió crucificado. El libro de Deuteronomio indica que cualquier persona que es colgada de un árbol es maldita (Dt. 21:23). Un héroe inventado para los judíos, crucificado en un madero no hubiera tenido la fama de hombre admirable, y mucho menos para alguien que afirmaba ser el Mesías. Por este motivo, aún el escéptico John Dominic Crossan declara, “Que fue crucificado es algo cierto, tanto como cualquier otro evento histórico puede serlo” (Crossan, 145)

Si la era de las redes sociales nos ha mostrado algo, es que a la gente no le gusta equivocarse. No solo eso, si están equivocados, lo más probable es que no quieran difundir ese hecho. Sin embargo, los evangelistas siempre manifestaron la necesidad de los discípulos de una explicación por parte de Jesús sobre las Escrituras para que entendieran por qué las cosas ocurrieron como ocurrieron. Los discípulos esperaban a un caudillo militar como Judas Macabeo. Y lo que encontraron estaba muy lejos de sus expectativas — ¡Jesús era mucho mejor!

Usando uno de los seis hechos mínimos que propone Gary Habermas, Santiago fue drásticamente transformado por el evento de la resurrección. Santiago, el medio hermano de Jesús, fungió como el primer pastor de la iglesia en Jerusalén y fue un personaje muy conocido en Judea. Sin embargo, aunque era de los primeros líderes cristianos, no fue originalmente un discípulo de Jesús. Juan registra que ninguno de los hermanos ni hermanas de Jesús creyeron en él mientras llevaba a cabo su ministerio en la tierra (Juan 7:5). No solo eso, en un momento dado su familia creía que Jesús “estaba fuera de sí” (Marcos 3:21). Este tipo de cosas no son lo que normalmente se escribiría a no ser que hubiese algún tipo de evidencia histórica para ello.

El Evangelio según Mateo narra cómo los líderes de los judíos urdieron una historia. Cuando los guardias reportaron los hechos a los líderes de los judíos, estos instruyeron a los guardias para que dijeran que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. Esto era tremendamente problemático. Los guardias romanos hubieran sido ejecutados si ellos se hubieran quedado dormidos o hubiesen permitido que los discípulos tomaran el cuerpo de Jesús. Además, hay muy pocas posibilidades que los discípulos hubiesen sometido a una guardia romana completamente armada la cual estaría compuesta por unos dieciséis soldados. El que este relato se conozca es muestra de un detalle vergonzoso que ha logrado los méritos necesarios para estar en la historia.

Jesús no es descrito como un héroe sin miedo ni ansiedad al dirigirse a la cruz. En lugar de eso, los evangelistas lo retratan de una manera muy diferente. Jesús fue muy valiente al encaminarse a la cruz de la manera en que lo hizo. La evidencia desde el punto de vista geográfico sugiere que Jesús estando en el huerto del Getsemaní hubiese podido escapar fácilmente ocultándose entre las sombras de la noche. Desde ese lugar tuvo que haber visto a los soldados salir de Jerusalén y dirigirse hacia donde Él estaba. Asimismo, los evangelistas nos muestran a Jesús con tanta ansiedad que sudó grandes gotas de sangre (Lucas 22:42-44)

La hematidrosis es una condición médica poco común en donde los vasos capilares que nutren las glándulas sudoríparas se revientan debido a un miedo o tensión extrema. Lucas nos cuenta que un ángel de Dios vino a fortalecerlo antes de dirigirse al sufrimiento. Esto no se hubiera escrito si no fuese verdad, esta historia es opuesta a las leyendas de los héroes de esa época.

Los tres Evangelios sinópticos muestran la traición de Simón Pedro. Simón Pedro era considerado el líder principal de la Iglesia cristiana después de que Jesús ascendió a los cielos. Sin embargo, este mismo Pedro se nos muestra negando que conocía a Jesús en tres ocasiones diferentes en el patio exterior donde Jesús estaba siendo juzgado. Esto es bastante vergonzoso y no hubiera sido registrado si no hubiese evidencias históricas que lo confirmaran.

Los diez detalles vergonzosos presentados aquí, corresponden a la parte superficial de todo lo que se pudiera mencionar. Hay que resaltar el deseo de los evangelistas de registrar las imperfecciones de los discípulos, y a veces de Jesús, lo que muestra lo verídicos que fueron al escribir cada uno la biografía de Jesús. Además, la resurrección de Jesús no está basada en documentos ficticios o referencias mitológicas. Sino que, existe una evidencia histórica, que fue proporcionada por los primeros discípulos y evangelistas con la plena convicción de su veracidad.

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Brian G. Chilton obtuvo su doctorado en Teología y Apologética en la Liberty University (con alta distinción). Es el presentador de The Bellator Christi Podcast y el fundador de Bellator Christi. Brian recibió su Maestría en Divinidad en Teología de la Universidad Liberty (con alta distinción); su Licenciatura en Ciencias en Estudios Religiosos y Filosofía de la Universidad Gardner-Webb (con honores); obtuvo un Certificado en Apologética Cristiana de la Universidad de Biola, y planea realizar estudios filosóficos en un futuro próximo. También está matriculado en Educación Pastoral Clínica para aprender mejor cómo capacitar a los que le rodean. Brian es miembro de la Sociedad Teológica Evangélica y de la Sociedad Filosófica Evangélica. Brian ha servido en el ministerio durante más de 20 años y actualmente sirve como capellán clínico de hospicio, así como pastor.

Traducido por Gustavo Camarillo

Editado por Mónica Pirateque 

Fuente Original del Blog: https://cutt.ly/ccGPRKO

https://crossexamined.org/resurrection-defense-series-embarrassing-details

 

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