“¡Oh Jesús! ¡Jesús!” Mi espíritu tardó menos de un parpadeo para ponerse a orar cuando vi a mi hija de dos años rodar cuesta abajo quince escalones. Me sentía impotente mientras su cuerpecito golpeaba el duro piso de madera. Ella se levantó sin un solo rasguño… pero en mi alma sucedía lo contrario. Ahí fui plenamente consciente de la herida que hacía meses se estaba infectando.

La herida de la duda.
Experimentando la duda
Hace algún tiempo estaba dudando sobre la existencia de Dios y también sobre el cristianismo, cosas que había creído verdaderas durante toda mi vida. Pero hasta ese momento, no me había dado cuenta de cuán grande era la duda que estaba clavada en mi mente. Cualquier persona diría que mi hija cayó, me puse a orar, y ella se levantó bien. Pero por primera vez en mi vida, desconfié de la intervención divina. Por primera vez me sentí como una tonta… por ponerme a orar.
Me sentí como una tonta por pedirle ayuda a Dios en mi desesperación. Fue aterrador darme cuenta que la fe que era parte importante de mi identidad ahora parecía más un cuento de hadas que la explicación de la realidad.
Para mí, la duda era un concepto completamente nuevo. Crecí viendo el poder de Dios obrar en la vida de las personas y en mi propia vida. Sabía que Dios era real. Estaba segura de que Jesús murió por mis pecados, resucitó y viene por segunda vez. Tenía la certidumbre de que la Biblia era Su Palabra, y nadie podría convencerme de lo contrario. Participaba activamente en el grupo de jóvenes, fui a viajes misioneros, llegué a convertirme en un líder confiable entre mis compañeros. Fui el tipo de niña de la cual nadie pensaría que iba a dudar de su fe. Fui la pequeña que no se metía en problemas, aquella que cuando creciera estaría firme en la fe.
Pero ahora, en mis treinta y tantos años, no me sentía firme. Cuatro meses antes había estado soportando el escepticismo y el ataque intelectual orquestado por un “pastor” agnóstico que me había invitado a formar parte de un grupo de estudio dentro de la iglesia. Era un pastor al que yo respetaba y en quien confiaba, él había desbaratado mi fe, creencia por creencia.
La duda no es contraria a la fe
Por la gracia de Dios y por su infinita misericordia, mi fe fue restaurada. Pero durante mi periodo de duda, pasé por todas las confusiones típicas acerca de lo que es la fe bíblica. Creía que la duda y la fe no podían coexistir al mismo tiempo —que si pedía explicaciones acerca de lo que creía, Dios pensaría que soy un fracaso. Pero este tipo de fe se parece más a la manera en que los ateos la entienden que a la forma en que la Biblia la define. Richard Dawkins, quien es ateo, dice que la fe religiosa es “ciega.” En un debate con John Lennox, Richard Dawkins dijo, “Solo hay que usar la palabra ‘fe’ cuando no podemos presentar evidencia alguna”.”
Pero en la Biblia, “fe” significa confianza, no creencia ciega. Todos depositamos nuestra confianza en distintas cosas todos los días. Cada vez que dirigimos nuestro auto hacia un puente y lo cruzamos, confiamos en que el puente soportará todos los autos como lo ha hecho tantas veces en el pasado. Confiamos, no porque tengamos un 100% de seguridad, sino porque tenemos evidencia sólida para creer que el puente no se derrumbará.
Dudar no es lo contrario a la fe. La incredulidad es lo contrario a la fe.
Tim Keller lo expresó de la siguiente manera:
Una fe sin algunas dudas es como un cuerpo sin anticuerpos. La gente que va por la vida alegremente sin dudar, ya sea porque están demasiado ocupadas o porque no les importa hacerse preguntas difíciles sobre por qué creen lo que creen, estarán indefensas cuando llegue la tragedia o cuando aparezca un escéptico astuto con preguntas inquisidoras. La fe de una persona podría colapsar de la noche a la mañana si ha dejado pasar los años sin escuchar pacientemente sus propias dudas, las cuales deben ser desechadas solo después de una larga reflexión.
De acuerdo con Keller, la fe más fuerte es aquella que ha luchado con las dudas. La Biblia está llena de estos ejemplos. A continuación veremos tres personas que dudaron y Jesús les respondió con misericordia.
1. El padre desesperado
El capítulo 9 de Marcos nos narra la historia de un hombre que buscaba con desesperación un milagro para su hijo que estaba poseído por un demonio. Este demonio había dejado mudo al muchacho y con frecuencia lo tomaba e intentaba matarlo ya sea arrojándolo al agua o al fuego. El hombre le suplicó a Jesús que tuviera compasión de él y liberara a su hijo. Jesús le respondió: “Todas las cosas son posibles para el que cree.” Sin vacilar el hombre dijo, “Creo; ayúdame en mi incredulidad.” (Marcos 9:24)
Ayúdame en mi incredulidad. Es una oración sencilla que salió de lo profundo del corazón y Jesús la contestó sanando a su hijo. Le ordenó al demonio salir y dejar al muchacho sano y sin ningún padecimiento.
Este hombre pidió ayuda a pesar de sus dudas, y Jesús vino en su ayuda.
2. Juan el Bautista
Si existe algún personaje bíblico que no tenía ningún motivo para dudar, ese es Juan el Bautista. Fué lleno del Espíritu Santo antes de nacer. Vivía en el desierto y ahí anunciaba la venida del Mesías. Bautizó al Hijo de Dios, vio descender al Espíritu Santo en forma de paloma, y escuchó claramente la voz de Dios. Sin embargo, cuando sus días estaban por terminar, y padecía en la prisión de Herodes, él dudó. “¿Eres tú el que ha de venir, o esperaremos a otro?” (Mateo 11:3)
Esta fue la pregunta que le hizo a Jesús por medio de sus discípulos —y Jesús no lo regañó por preguntarle eso. No le contestó algo como “¡Juan, no deberías estar dudando!” o “¡Aquí no están permitidas ese tipo de preguntas!” No, Jesús hizo milagros delante de los discípulos de Juan y les envió de regreso para que le dijeran todo lo que habían visto, incluso citó una profecía que hablaba del Mesías y con ella Juan entendería claramente y aclararía sus dudas.
Juan pedía una confirmación, y Jesús estuvo más que dispuesto a dársela.
3. Tomás
A Tomás se le conoce como “El dubitativo Tomás,” pero creo que eso no es del todo acertado. Tomás se parecía más a un escéptico que a alguien con dudas —y es bastante entendible dadas las circunstancias. El Jesús resucitado se había aparecido a los demás discípulos. Cuando se lo contaron a Tomás, él les dijo: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré.” (Juan 20:25)
Al igual que en esta época, en la antigüedad las resurrecciones no eran algo que se viese todos los días. Si lo hubiesen sido, no se considerarían como un hecho milagroso. Era perfectamente racional y lógico que Tomás pidiera evidencias que respaldaran las afirmaciones de sus compañeros. Cuando Jesús se le apareció a Tomás, no le reprochó su escepticismo. En lugar de eso, Jesús le dijo: “Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” (Juan 20:27). Solamente después de que Jesús le presentó evidencia es que le pidió que creyera.
Tomás solicitó evidencias, y Jesús las presentó.
Dudando cerca de Dios
En el libro Doubting Toward Faith (Dudando hacia la fe) de Bobby Conway nos dice que la fe es direccional. Podemos dudar dirigiéndonos hacia Dios, o podemos dudar alejándonos de Él. Si estás batallando con la duda, te animo a que dudes cerca de Dios. Si no sabes cómo orar, ora como los grandes hombres de fe que vivieron antes que tú:
- Pide ayuda
- Pide confirmación
- Pide evidencias
Dios quiere ayudarte y afirmarte. La evidencia que hay de su existencia y de la verdad del cristianismo es más que suficiente. No debemos temerle a la duda —el evangelio resiste el escepticismo y todo tipo de preguntas. Jesús pudo dar respuestas a las dudas y preguntas de un padre desesperado, de Juan y de Tomás. También puede contestar las tuyas.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek recursos
Alisa Childers es una cantante y compositora estadounidense, más conocida por formar parte del grupo femenino de música cristiana ZOEgirl. Ha tenido una lista de los diez mejores sencillos de la radio, cuatro lanzamientos de estudio y recibió el premio Dove durante su tiempo con ZOEgirl. Años más tarde, Alisa experimentó un profundo desafío a su fe de toda la vida cuando empezó a asistir a lo que más tarde se identificaría como una iglesia cristiana progresista. Este desafío empujó a Alisa hacia la Apologética Cristiana. Actualmente se puede leer, escuchar y ver el trabajo de Alisa en línea, así como adquirir su libro recientemente publicado sobre el cristianismo progresista, titulado Another Gospel.
Traducido por Gustavo Camarillo
Editado por Mónica Pirateque
Fuente Original del Blog: https://bit.ly/40kTb1j