Por Ryan Leasure
Si eres de una iglesia de los Apalaches que manipulan serpientes, lamento decepcionarte. Este no es ESE tipo de post. Por el contrario, es un post sobre cómo la Biblia retrata a las víboras, las serpientes y los dragones. Más aún, se trata de cómo un poderoso guerrero vence a una serpiente para rescatar a su preciosa novia. Si esta historia te resulta familiar, es porque muchos grandes cuentos infantiles del pasado cuentan este mismo tipo de historias.
Verás, la Biblia presenta tres personajes principales:[1] 1) la serpiente (el villano, Satanás), 2) la damisela en apuros (el pueblo de Dios) y 3) el cazador de serpientes (el héroe, Jesús).
Cabe señalar que “Serpiente” es un término bíblico que incluye tanto a las serpientes como a los dragones[2]; es decir, serpiente (serpent, en inglés) es una categoría general, mientras que serpientes (snakes, en inglés) y dragones son más específicos. También hay que tener en cuenta que los antiguos no consideraban a los dragones como criaturas con alas que escupen fuego. Más bien los consideraban serpientes gigantes. A lo largo de la Biblia, las serpientes adoptan una u otra forma según la situación. El académico bíblico Andrew Naselli señala: “Por regla general, la forma que adopta una serpiente depende de su estrategia. Cuando una serpiente en las escrituras intenta engañar, es una víbora. Cuando una serpiente intenta devorar, es un dragón”[3].
Con estas anécdotas en mente, empecemos por el principio.
La serpiente en el jardín
El principio era pura felicidad. Un Dios perfecto y santo decidió compartir su bondad y creó un universo ex nihilo. Como joyas de una corona en la creación de Dios, los seres humanos caminaban en comunión con él en el jardín. Sin embargo, bajaron la guardia y permitieron la entrada de la serpiente. Génesis 3:1 señala: “Y la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho”.
La astucia (o el engaño) describe perfectamente a esta serpiente, ya que inmediatamente cuestionó a Eva: “¿Realmente Dios dijo: ‘No comerás de ningún árbol del jardín’?”. Observe la táctica de la serpiente. Puso en duda la Palabra de Dios. Implantó dudas en la mente de la mujer para que comenzara a considerar opciones alternativas. Tan pronto como la mujer dijo que comer del árbol que estaba en medio del jardín llevaría a la muerte, la serpiente pasó a contradecir la Palabra de Dios por completo. Declaró: “ciertamente no moriréis”. Y luego puso en duda los motivos de Dios. “Pues Dios sabe que el día que de él comáis, serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal”.
La serpiente tuvo éxito. Eva comió el fruto, le dio un poco a Adán y éste también comió. E inmediatamente todo cambió. Su inocencia se perdió y supieron que estaban desnudos. Debido a su vergüenza, intentaron esconderse de Dios, pero fue inútil. Dios los confrontó por su desobediencia. Adán culpó a Eva y Eva culpó a la serpiente. Ella comentó en 3:13, “La serpiente me engañó, y yo comí”. Como resultado, Dios los desterró de su santa presencia, donde vivirían en el exilio. Ahora recordemos que cuando la serpiente toma la forma de una víbora, su táctica principal es engañar. Y esto es lo que ha hecho.
Sin embargo, Dios no permitió que la serpiente tuviera la última palabra. Juzgó a la serpiente y prometió destruirla un día cuando afirmó: “Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar” (Gn 3:15). El resto de la Escritura traza la batalla continua que se libra entre la semilla de la mujer (el pueblo de Dios) y la semilla de la serpiente (enemigos de Dios y de su pueblo). En última instancia, la singular semilla de la mujer (Gálatas 3:16), destruirá por completo a la serpiente, aunque ésta le hiera en el proceso.
Las serpientes retratadas negativamente
Antes de que veamos algunos ejemplos de la semilla de la serpiente luchando contra la semilla de la mujer, simplemente quiero llamar nuestra atención sobre el hecho de que las serpientes se asocian con el mal en toda la Escritura.
Consideremos los siguientes textos:
Desde la matriz están desviados los impíos; desde su nacimiento se descarrian los que hablan mentiras. Tienen veneno como veneno de serpiente; son como una cobra sorda que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan, ni siquiera al más diestro encantador (Salmo 58:3-5).
Aguzan su lengua como serpiente; veneno de víbora hay bajo sus labios (Salmo 140:3).
Las serpientes suelen simbolizar a los enemigos de Dios:
Verán las naciones y se avergonzarán de todo su poderío; se pondrán la mano sobre la boca, sus oídos se ensordecerán. Lamerán el polvo como la serpiente, como los reptiles de la tierra. Saldrán temblando de sus fortalezas, al Señor nuestro Dios vendrán amedrentados, y temerán delante de ti (Miqueas 7:16-17).
Los setenta regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre. Y Él les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os hará daño (Lucas 10:17-19).
Como fue mencionado anteriormente, la serpiente adopta la forma de un dragón cuando quiere destruir. Los siguientes textos describen al dragón como un monstruo marino llamado Leviatán y Rahab.
Aquel día el Señor castigará con su espada feroz, grande y poderosa, a Leviatán, serpiente huidiza, a Leviatán, serpiente tortuosa, y matará al dragón que vive en el mar (Isaías 27:1).
Al mar agitó con su poder, y a Rahab quebrantó con su entendimiento. Con su soplo se limpian los cielos; su mano ha traspasado la serpiente huidiza (Job 26:12-13).
Véase también Job 41, que describe la soberanía de Dios sobre la monstruosa serpiente marina Leviatán.
La serpiente egipcia
La historia de las Escrituras presenta a la semilla de la serpiente (los enemigos de Dios) en conflicto con la semilla de la mujer (el pueblo de Dios). Tal vez el ejemplo más claro de la semilla de la serpiente sea Egipto y su faraón. El Señor le dice al Faraón en Ezequiel 32:2 “Eres como un dragón en los mares”. Recordemos que el dragón busca destruir la semilla de la mujer, y esto es lo que se propuso hacer cuando ordenó la muerte de todos los bebés israelitas (Éxodo 1:15-22).
También se piensa en el episodio en el que la vara de Aarón se transformó en serpiente y se tragó las varas/serpientes de los magos del Faraón (Ex 7:8-13). Lo más probable es que la vara de Aarón se convirtiera en una cobra, que también figuraba en el tocado del faraón. Este tocado simbolizaba el poder y la protección divinos y se había creado a partir de una diosa egipcia llamada Uraeus. Al llevar el tocado de la cobra, el faraón podía canalizar los poderes de la deidad.
Así, “cuando Moisés hizo que Aarón arrojara la vara-serpiente ante el Faraón”, el arqueólogo John Currid argumenta, “el estaba atacando directamente ese símbolo de la soberanía faraónica: la escena era una burla polémica. Cuando la vara de Aarón se tragó las varas de los magos egipcios, la deidad faraónica y su omnipotencia estaban siendo denunciadas y rechazadas de plano. La diadema con cresta de cobra del faraón no tenía poder contra Yahvé”[4].
Reflexionando sobre el éxodo de Egipto, los autores bíblicos lo vieron como una victoria sobre la serpiente. El Salmo 74:12-14 declara:
Con todo, Dios es mi rey desde la antigüedad, el que hace obras de salvación en medio de la tierra. Tú dividiste el mar con tu poder; quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas. Tú aplastaste las cabezas de Leviatán; lo diste por comida a los moradores del desierto.
Aunque la victoria final todavía aguardaba, Dios ya estaba presagiando cómo iba a aplastar un día la cabeza de la serpiente.
Goliat, la serpiente
Una de las historias más conocidas del Antiguo Testamento es la de la derrota de Goliat por parte de David. Esta historia presenta a Goliat como una serpiente gigante que busca devorar la semilla de la mujer. Lo sabemos porque, como aclara 1 Samuel 17:5, Goliat “estaba vestido con armadura de escamas” (JBS y NVI). Mientras que algunas traducciones simplemente traducen esto como “una cota de malla” (LBLA), la traducción más literal es “armadura de escamas”.
La palabra hebrea para “escamas” aparece otras siete veces en el Antiguo Testamento, y cada vez se refiere a las escamas de los peces -incluidos los dragones de mar-[5] Cabe destacar que Dios también llama al Faraón “gran dragón” con “escamas” en Ezequiel 29:3-4. Faraón y Goliat son los únicos dos personajes de la Biblia de los que se dice que tienen “escamas”.
En el relato que se presenta en 1 Samuel 17, David proclama que la batalla es del SEÑOR para luego proceder a clavar una piedra en la frente de la serpiente gigante, que cae de bruces rostro en tierra, para comer polvo como la serpiente antigua (Gn 3:14). Una vez más, Dios prefigura cómo aplastará la cabeza de la serpiente y liberará a su pueblo.
La serpiente en los Evangelios
Encontramos varios ejemplos en los que la semilla de la serpiente intenta destruir a la semilla de la mujer. Al igual que el antiguo faraón, el rey Herodes trató de matar a todos los niños de Belén en un intento de matar a la singular semilla de la mujer (Mateo 2:16-18).
En repetidas ocasiones, encontramos que los fariseos y saduceos son retratados como la semilla de la serpiente. Jesús les dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo” (Juan 8:44). Cuando Juan el Bautista los vio venir de lejos, gritó: “¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento; y no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: «Tenemos a Abraham por padre»” (Mt 3,7-9). Del mismo modo, Jesús grita a los fariseos en Mateo 23: “¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno?”. En resumen, los fariseos y los saduceos son la semilla de la serpiente que hace la guerra a la semilla de la mujer.
El dragón es asesinado
Completamos esta discusión yendo hasta el final, donde el libro de Apocalipsis proclama la destrucción final de la serpiente. Apocalipsis 12:3-5 señala:
Entonces apareció otra señal en el cielo: he aquí, un gran dragón rojo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas había siete diademas. Su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo cuando ella diera a luz. Y ella dio a luz un hijo varón, que ha de regir a todas las naciones con vara de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono.
Aquí leemos que este poderoso dragón, sediento de sangre, busca devorar la simiente de la mujer. Sin embargo, Dios libera la simiente de sus persecuciones.
Apocalipsis 12:7-9 continúa:
Entonces hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Y el dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama el diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él.
Noten que el dragón no es más que Satanás mismo, la serpiente antigua y el engañador del mundo entero. Y es derrotado, pero ¿cómo? ¿Acaso el arcángel Miguel destruyó al dragón él solo?
Apocalipsis 12:11 declara:
Ellos lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte.
¡Satanás fue finalmente derrotado por la sangre del Cordero! Fue Jesucristo quien conquistó a Satanás. Aquel momento en la cruz, cuándo parecía que la serpiente prevalecería, su cabeza fue aplastada por la simiente de la mujer (Gen 3:15).
Si avanzamos rápidamente hasta Apocalipsis 20, justo después del Milenio, leemos en el versículo 10:
Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Finalmente, el poderoso cazador de serpientes, derrotó la serpiente antigua y rescato a su novia para que no pudiera ser más engañada o devorada. O dicho de otro modo, el príncipe mató al dragón y tuvo a su chica.[6]
Notas
[1] Andrew Naselli, The Serpent, and the Serpent Slayer, 18.
[2] Ibid., 18.
[3] Ibid., 18.
[4] John Currid, Ancient Egypt, 93-94.
[5] Andrew Naselli, The Serpent, and the Serpent Slayer, 90.
[6] Ibid., 15.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
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Ryan Leasure tiene una maestría en Artes de la Universidad Furman y una maestría en Divinidades del Seminario Teológico Bautista del Sur. Actualmente es candidato a Doctor en Ministerio en el Seminario Teológico Bautista del Sur. También sirve como pastor en: Grace Bible Church en Moore, SC.
Fuente Original del Blog: https://bit.ly/34fxPZ2
Traducido por Monica Pirateque
Editado por Daniela Checa Delgado