La paradoja de la omnipresencia

Una de las objeciones a la existencia de Dios es tratar de demostrar que su concepto es incoherente, y una manera de hacerlo es por medio de las paradojas de sus atributos. En este blog vamos a tratar las paradojas sobre la Omnipresencia.

Hay muchas maneras de plantear esta paradoja, pero utilizaré tres que me encontré en el blog de Ad Baculum en las que se podrían reducir todas las demás:

  1. Tomando como premisa que dios existe, podemos hacer un conjunto con todas aquellas osas y seres que existen y que tienen la característica de ser omnipresentes. Este conjunto solo contendría a dios. Por otro lado, podemos hacer un conjunto de todas las cosas que no son omnipresentes, en el cual estaría yo, mi ordenador y así sucesivamente hasta juntar todo lo que existe salvo dios. Sin embargo, la omnipresencia implica estar en todas partes, incluido en las cosas no omnipresentes. De este modo, dios estaría en el conjunto de cosas omnipresentes y en el de no omnipresentes, lo cual es una paradoja que implica la imposibilidad de ser omnipresente.
  2. Si es cierto que “cuando decimos que está en todas partes, no es que una parte de Dios esté en un sitio y otra en otro: Dios está Todo Él en todas partes”, implica que dios es todo, por tanto es tanto el bien como el mal. Me explico. Si dios está todo él en todas partes, eso significa que en un electrón está contenido dios. Si dios entero está ocupando toda la materia del electrón, esto implicaría que dios es el electrón. No creo que los teístas estén en desacuerdo. Si seguimos, ocurriría lo mismo con cada partícula subatómica. Por tanto, si todas las mínimas partes en que se puede dividir la materia, si cada una de esas partes es dios, yo supongo que la suma de cualquier número de esas partes daría igual a dios, luego yo sería dios, tu serías dios y Hitler sería dios. La paradoja es que dios sería el todo y cada una de las partes. Y resulta que muchas de esas partes generan sufrimiento e injusticia, por tanto dios no podría ser omnibenevolente. O si es omnibenevolente, no podría ser omnipresente.
  3. Si dios es omnipresente, no puede estar ausente de un sitio, por tanto ya hay algo que no puede hacer y no sería omnipotente.[1]

Así que, ¿cómo hace el teísta para refutar esta objeción? Bien, todo depende de cómo pienses que Dios existe en el espacio. William Lane Craig dice (y estoy de acuerdo con él):

Pienso que Dios existe en el tiempo, pero no creo que exista en el espacio. Así que Dios no se encuentra en algún lugar en particular en el universo como en la iglesia o un templo. Igualmente Dios tampoco se encontraría “esparcido” por el espacio como una especie de gas invisible.

Por lo tanto si Dios no existe en el espacio, entonces está relacionado con el mundo en una forma similar como lo es el alma en el cuerpo humano, conectado de alguna manera que puede producir efectos inmediatos.

Mi inclinación es que Dios no existe en el espacio de manera literal, sino que es omnipresente en el sentido de que es causalmente activo y cognoscente en cada punto del espacio. Así que su omnipresencia es una función de su actividad causal y con su omnisciencia sabe lo que ocurre en cada lugar en el espacio; Dios trasciende el espacio, no está en el espacio.

Esto no es difícil de concebir, imagina un plano de dos dimensiones, y piensa que tú no existes en esta plano de dos dimensiones, ¡trasciendes estas dos dimensiones! Ahora extrapola eso a Dios, el no existe en este plano de tres dimensiones, él trasciende estas tres dimensiones -no implicando que él pueda existir en un plano de cuatro dimensiones, sino que Dios no existe dentro de este plano de tres dimensiones y aun así existe. Que no pueda ser imaginable no quiere decir que no sea concebible; una figura de un millón de lados es inimaginable, no puedo esbozar una imagen mental de tal figura, pero por supuesto que es concebible que exista dicho polígono. Similarmente aunque uno no pueda imaginarse a Dios existiendo fuera del espacio, yo no veo ninguna dificulta en que eso sea concebible.[2]

Ahora analizemos la paradoja (1). Primero—aceptando que Dios se encuentra en el espacio—el detractor parece hablar de los conjuntos y su función como algo ontológico, cuando él dice frases como “Este conjunto solo contendría a dios” y “hasta juntar todo lo que existe salvo dios”, parece creer que de verdad puede colocar a Dios en uno u otro conjunto de manera real en lugar de solo utilizar los conjuntos como un instrumento heurístico. Cuando hablamos de “hay/existe” un conjunto, no utilizamos un lenguaje cargado ontológicamente; es decir, no queremos decir que dichos conjuntos existen concretamente, ni mucho menos físicamente como si dijeramos “hay/existe” un monitor frente a mí. Segundo, suponiendo que el detractor es platónico y cree que de verdad los conjuntos existen en la realidad y si la postura de WLC es correcta (y yo creo que lo es, o al menos perfectamente coherente), entonces Dios no se encuentra en ningún conjunto porque Dios no existe en el espacio.

Con respecto a (2), Dios no se encuentra en el mal (si por mal se refiere a entes malignos como los demonios o criminales) ni tampoco las partículas subatómicas se encuentran en él, ya que vimos que Dios trasciende el espacio.

Y en cuanto a (3), más que una paradoja de la omnisciencia es una paradoja de la omnipotencia; objeta que si Dios no se encuentra en el espacio, entonces hay algo que Dios no puede hacer. Dos respuestas sencillas a esto.  Primero, digamos que es imposible para Dios encontrarse en el espacio, esto no representa ningún problema para Dios ni lo degrada en alguna forma porque claramente hay cosas que no puede hacer dada su naturaleza (no puede ser engañado, no puede cometer errores, no puede mentir, etc.). Segundo, que Dios no se encuentre espacialmente en el universo no quiere decir que no pueda manifestarse físicamente de alguna manera en él; de hecho, Dios hacía exactamente eso en los relatos del Antiguo Testamento.

Por último, uno podría estar tentado a decir que tal definición de la Omnipresencia de Dios no tiene soporte bíblico. Yo no estoy tan seguro, observen como en el Salmo 139 el autor comienza por alabar la omnisciencia de Dios, y luego sobre su omnipresencia. Me atrevo a decir que el autor reconoce que debido a que Dios lo conoce todo, puede conocer cada rincón del universo:

Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste.  Y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no me encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.

Notas

[1] http://adbaculum.blogspot.mx/2007/04/tres-paradojas-sobre-la-omnipresencia.html (visitado por última vez en noviembre del 2009.

[2] http://www.reasonablefaith.org/questions-on-the-singularity-omnipresence-and-morality


Jairo Izquierdo Hernández es creador de contenido, estudia filosofía y es ministro de alabanza en la iglesia cristiana bautista Cristo es la Respuesta en Puebla, México.

 

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