Dándole sentido a la Navidad

Por Bobby Conway

La época navideña despierta los sentidos, ¿verdad? El gusto de un beso bajo el muérdago, el sabor del chocolate caliente Ghirardelli al vapor o el éxtasis de morder ese dulce de cacahuete recién hecho. Y luego están los olores. Oh, los olores. El olor de las casitas de jengibre, de la tarta de manzana con caramelo caliente y de las temidas delicias turcas. No podemos olvidar los sonidos. El sonido de los villancicos, de las campanas y de nuestros himnos favoritos y no tan favoritos, como Last Christmas. También es una fiesta para la vista. Las casas engalanadas con luces multicolores, los jardines adornados con pesebres navideños y los voluntarios del Ejército de Salvación haciendo sonar sus campanas para conseguir monedas. Y, por supuesto, no podemos olvidar la emoción de sostener ese regalo tan esperado cuando se desenvuelve por primera vez. Cómo me gustaba desenvolver esos juegos de Lego, o abrir mis nuevas figuras de acción de Star Wars. Luke Skywalker. Darth Vader. Stormtroopers. Chewbacca. Yoda. Hans Solo. ¡Que sigan llegando!

Muy bien, ya basta. Nos estamos poniendo un poco sentimentales aquí. Esto es lo que quiero decir. Si bien es cierto que la Navidad toca la fibra más profunda de nuestros sentidos, también es cierto que la extravagancia sensorial puede adormecernos ante el significado esencial de la Navidad, haciendo que para algunos sea incluso difícil entenderla con todo este alboroto añadido. A medida que nos acercamos a estas fechas, volvamos a darle sentido. Pero antes de hacerlo, permítanme dejar a un lado una objeción. Algunos dirán que, como no sabemos el día en que nació Jesús, deberíamos evitar la celebración colectiva de la Navidad. Aunque estoy de acuerdo, a pesar de algunos que afirman lo contrario, no creo que podamos saber el día del nacimiento de Jesús. Podemos seguir reservando un tiempo para celebrar la encarnación de Cristo, independientemente de una fecha fija, podemos seguir deleitándonos con su descenso para rescatarnos. Además, lo que cuenta es el acontecimiento, no la fecha. Es a Cristo, no al calendario, a quien veneramos en recuerdo.

Pasemos ahora al acontecimiento. La encarnación. El nacimiento virginal. La irrupción misma del Logos. Es un acontecimiento difícil de digerir. Estamos hablando de Dios haciéndose carne. Es a este acontecimiento al que el gran sabio de hace muchas décadas, el propio C.S. Lewis, se refería como «El Gran Milagro». Piensa en lo que conlleva de grandioso este acontecimiento fundamental. O mejor aún, intenta imaginártelo por un momento. Estamos hablando de Dios en gestación. Lo sé, es mucho. De alguna manera se puede ver el siguiente problema: En cierto sentido nunca podremos entenderlo del todo. Eso es porque el pensamiento de la encarnación aturde el cerebro. Y sin embargo, sólo pensarlo para el creyente debería humillar nuestros corazones en la adoración. Estamos reflexionando sobre un Dios que se sujetó a sí mismo en la Persona de Cristo a un cuerpo humano para siempre. Sabiendo que Dios es Espíritu, uno pensaría que después de la muerte de Cristo, Él se deshizo de la experiencia corporal por toda la eternidad, pero no, fue una resurrección física/corporal. Una cosa es asumir nuestra naturaleza para una estancia terrenal y otra cosa es asumir nuestra naturaleza para una estancia eterna.

Cuando este año tratemos de dar sentido a la Navidad, démosle sentido a esto. Cristo vino a identificarse con nosotros. Para compartir nuestra naturaleza. Pero hay más. Mucho más. Y sin embargo, el espacio me permite llevarnos mucho más lejos. Así que terminaré con unas reflexiones finales para agasajar en diciembre. En primer lugar, la Navidad es un tiempo para recordar que Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera ser uno con Dios. Sí, la Navidad nos recuerda que Dios es un Dios reconciliador. Un Dios que rescata. Un Dios salvador. Un Dios relacional. En segundo lugar, la Navidad es un tiempo para recordar que Dios vino a la tierra para que pudiéramos ir al cielo. Esta es una buena noticia. No, es una gran noticia. Al unirnos a Cristo ganamos mucho más que el perdón de nuestros pecados, la eliminación de nuestra culpa y de nuestra vergüenza. Eso es porque Jesús bajó para que nosotros podamos subir. Vino a la tierra para que podamos ir al cielo. Y por último, la Navidad es un regalo, y los mejores regalos están hechos para ser compartidos. Es el regalo que se sigue dando. El regalo que nunca terminaremos de desenvolver. El regalo que está hecho para ser regalado. La Navidad es una época para compartir. Para compartir la historia más grande jamás contada. Es el momento de recordar que hay milagros y que existe el Gran Milagro. Que la Luz vino al mundo de las tinieblas para que un mundo de tinieblas pudiera entrar en Su luz eterna. Selah.

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Bobby es el pastor principal de Image Church que está en North Carolina, y es bien conocido por su ministerio en el canal de YouTube llamado One Minute Apologist, el cuál sigue en la red pero ahora con el nombre Christianity Still Makes Sense. También es coanfitrión del programa de radio nacional Pastor’s Perspective en la estación KWVE en Southern Carolina donde reciben llamadas en vivo. Bobby obtuvo su grado de Maestría en el Dallas Theological Seminary, y su Doctorado de Ministry Apologetics en el Southern Evangelical Seminary, y su Doctorado en Filosofía en el área de Philosophy of Religion de la University of  Birmingham (Inglaterra) donde estuvo bajo la tutela de David Cheetham y Yujin Nagasawa. Boby ha escrito varios libros de entre los que se encuentran: The Fifth Gospel, Doubting Toward Faith, Does God Exist, Fifty-One other Questions About God and the Bible y próximamente Christianity Still Makes Sense que será publicado por Tyndale en Abril del 2024. Está casado con su amada esposa Heather y tienen dos hijos ya mayores: Haley y Dawson.

Traducido por Jennifer Chávez

Editado por Mónica Pirateque 

Fuente Original Blog: https://bit.ly/40FHeUz 

 

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