Por Thomas H. Moller
Vivimos en un mundo atribulado, inundado por el pecado que invariablemente trae dolor y sufrimiento. Este panorama no es algo nuevo, así ha sido desde la caída del hombre. Como consecuencia de esta caída toda la humanidad, desde Adán hasta nosotros, tiene que enfrentar diversos tipos de sufrimientos. Sin embargo, aunque no podemos decir que vivimos en la época más pecaminosa, pues en cada era ha abundado el pecado, parece que hoy enfrentamos una batalla diferente. Nuestra sociedad está luchando en una guerra mental de ideas y argumentos, y la está perdiendo.
Simplemente no podemos
Vivimos en un mundo donde la mayoría parece no poder soportar un mínimo de aflicción. Esto hace que sea más difícil atravesar las situaciones duras que le pueden ocurrir a cualquiera; como la pérdida de un ser querido, un diagnóstico médico grave, el ser despedidos del trabajo, entre otras cargas difíciles de soportar. Estas crisis emocionales y mentales son el resultado de uno de los fracasos de la Iglesia — el no enseñar cómo manejar adecuadamente el sufrimiento. Esto se ha extendido fuera de las paredes de la iglesia y se ha adentrado en nuestra sociedad. Para explicarlo sencillamente, hemos perdido la capacidad de sufrir adecuadamente. En los últimos años, nuestras mentes han sido inundadas con mensajes que nos dicen que debemos ir a terapia, que nos urge hablar de todas y cada una de nuestras emociones, que tenemos que pensar constantemente en nuestros traumas y hablar de ellos una y otra vez.
¿Dónde podemos encontrar ayuda de verdad?
El problema con lo anterior es que no parece ser la solución. Estamos más deprimidos y más ansiosos que antes. ¿De qué manera debemos enfrentar el sufrimiento? ¿Dónde podemos encontrar alivio y auxilio cuando sufrimos? Nuestro Dios nos ha dado tres puntos de apoyo que proveen alivio y fortaleza para cualquier momento de nuestra vida: la oración, las Escrituras y la Iglesia.
La oración: La mejor guía de oración se encuentra en el libro de los Salmos. Si necesitas ejemplos de oraciones lee los Salmos, ahí encontrarás una oración para casi cada situación de la vida. Y si no sabes qué decir en tu oración, o simplemente no tienes la fuerza para orar, recuerda lo que dice Romanos 8:26 “Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles; […]”
El Espíritu mismo orará por nosotros y entenderá nuestros gemidos cuando no sabemos qué decir. Cuando oramos elevamos todo lo que hay en nuestras vidas, las dichas y también los sufrimientos a nuestro Dios, pues solo Dios nuestro salvador puede fortalecernos para que podamos salir adelante.
Las Escrituras: Estudiar la Biblia, al igual que la oración, es una parte esencial en la vida del cristiano, especialmente en los momentos de dolor y sufrimiento. La Biblia está llena de libros que nos hablan de esto como los libros de Lamentaciones y Salmos y sus pasajes nos pueden ayudar. Te animo a que leas los evangelios y pongas atención a los sufrimientos que padeció Jesús. Las Escrituras nos recuerdan que Cristo está con nosotros cuando sufrimos. Él lo entiende porque ha vivido sufrimientos similares a los que tienes y aún mayores.
Además, el apóstol Pablo nos enseña que nuestras aflicciones nos hacen más fuertes y nos preparan para la eternidad, así lo leemos en 2a Corintios 4:17, “Pues esta aflicción leve y pasajera produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, […]”
La Iglesia: Otra gran herramienta que Dios nos ha dado, es la Iglesia, el cuerpo de creyentes. No estamos solos en nuestros momentos de sufrimiento. Si no asistes a alguna iglesia cerca de tu comunidad que esté centrada en la Biblia, busca una, si ya asistes a una iglesia acércate a los congregantes. No hay necesidad de compartir con todos cada mínimo detalle de las circunstancias en que te encuentras, pero necesitas el sostén de tus hermanos y hermanas en Cristo. No tienes porqué atravesar esto solo — Dios ha mandado al cuerpo de Cristo (tus hermanos en Cristo) que te acompañen y te ayuden en tus sufrimientos. Pablo escribe, “Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:2)
Somos una sola Iglesia. Debemos estar unidos. Así que, si sabes que otro creyente está pasando momentos difíciles debido a una pérdida o por algún dolor, acércate y ayúdale. De esta manera debemos amarnos los unos a los otros
¿Cómo debemos conducirnos cuando llega el sufrimiento?
Los anteriores puntos de apoyo te ayudarán a seguir adelante cuando estés pasando por momentos de aflicción, pero necesitas algo más para salir del sufrimiento. Además de la ayuda práctica que nos fue dada, también debemos tener una actitud correcta y una respuesta emocional conveniente ante las dificultades que se presentan en la vida. Para saber cómo debemos actuar, debemos leer las Escrituras. El ejemplo más conocido de sufrimiento en la Biblia es el de Job. En esta historia, Dios permitió que Satanás destruyera todos los bienes materiales que poseía Job y además acabó con la vida de sus hijos. Después de estos acontecimientos la primera respuesta de Job fué adorar a Dios y bendecir su Nombre.
“Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierra, adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor. En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios.” (Job 1:20-22)
Esto de ninguna manera es una cosa fácil de hacer, pero la Biblia nos muestra este pasaje como la manera adecuada de enfrentar el sufrimiento. Nuestro primer acto, después de expresar el dolor, debe ser adorar y glorificar a nuestro Señor. Nuestro consuelo lo encontramos en Dios, tal como lo escribe Pablo en su segunda carta a los corintios.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. (2a Corintios 1:3-5)
Nuestro Dios desea consolarnos. Él está con nosotros en nuestras aflicciones. Aférrate a Cristo y deja que Él lleve tus cargas; entrégale el peso de tu sufrimiento. Si aún no estás seguro de cómo actuar ante el sufrimiento entonces estudia la Biblia, pues está llena de ejemplos de cómo los siervos de Dios vivieron sus vidas cuando la aflicción los abrumó, y en medio de ella buscaron a Dios y en Él encontraron el consuelo que necesitaban.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
Thomas Moller comenzó a estudiar astrofísica en la Universidad de Nebraska-Kearney, concretamente Cosmología. A través del estudio del universo y de las leyes que lo rigen, la pasión por comprender al Creador y Ajustador del universo sirvió de catalizador para que Thomas se sumergiera profundamente en la teología. Dejó entonces los estudios de astrofísica para estudiar teología. A través de sus estudios en el Trinity College of the Bible and Theological Seminary, Thomas comenzó a centrarse en la ética cristiana. A través de la lente de la ética cristiana, Thomas aborda temas políticos, culturales y literarios. Aunque ya no estudia astrofísica en una institución académica, sigue sintiendo amor por la ciencia y los argumentos científicos a favor de Dios.
Traducido por Gustavo Camarillo
Editado por Mónica Pirateque
Fuente Original del Blog: https://bit.ly/3wd0uMn