¿Pueden las piedras darnos una noción del pasado? ¿Qué nos dicen? Cuando conocí la Piedra Rosetta en el Museo Británico, me sorprendió que una piedra pudiera decir tanto. Piezas arqueológicas como ésta dan testimonio de una sociedad en el tiempo.
La Piedra Rosetta contribuye al testimonio de la Biblia. También nos permite obtener información sobre cómo vivían y experimentaban la vida las culturas antiguas. El arqueólogo Randall Price afirma: «La arqueología no puede probar ni refutar la Biblia. . . sin embargo, la arqueología puede aportar confirmación histórica a las declaraciones históricas del texto de las Escrituras».[i] Aunque la arqueología no puede proporcionar certeza sobre la Biblia, es un testimonio de la Biblia, contribuye a su confiabilidad y es una voz que ofrece evidencia para confirmar las afirmaciones de la Biblia.
Figura 1 La piedra Rosetta – Recurso: Hans Hillewaert, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3153928
La arqueología revela que la autoría mosaica es plausible
Mucha gente creía que Moisés no pudo haber escrito el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia) porque la escritura no se remontaba a tan atrás en el tiempo. Sin embargo, en 1799, cerca de Rosetta, Egipto, el oficial del general Napoleón Bonaparte descubrió la famosa Piedra Rosetta. Después de la derrota de Napoleón, fue tomado por los británicos y colocado en el Museo Británico en 1802. Cita la celebración del primer aniversario del faraón Ptolomeo V en el año 195 a.C. El factor intrigante es que la cita en la piedra está escrita tres veces en tres idiomas diferentes: jeroglíficos egipcios, egipcio demótico y letras mayúsculas griegas. El texto griego pudo ser leído por los eruditos del Nuevo Testamento griego, quienes ayudaron a descifrar el código de los jeroglíficos. Esto reveló que los jeroglíficos eran más que signos, sino un lenguaje legible real. El descubrimiento del texto bilingüe de la Piedra Rosetta proporciona evidencia de que existía un lenguaje legible durante la época de Moisés. Por tanto, Moisés pudo haber escrito el Pentateuco.
La arqueología revela a Israel como pueblo
Otro descubrimiento que contribuye al testimonio de la Biblia es la Estela de Merenptah. Fue desenterrado en Tebas, Egipto, y podría ser la referencia más antigua al pueblo de Israel fuera de la Biblia. El granito negro tenía inscripciones en honor a los distintos dioses y los logros del rey. «La estela concluye con una breve lista de ciudades y pueblos de Canaán también derrotados por el rey: incluye la frase ‘Israel ha sido asolado y su descendencia no’. Los egiptólogos coinciden en que de los ocho nombres de la estela, siete se refieren a una tierra, mientras que la referencia a Israel se refiere a un grupo de personas, lo que indica que en ese momento Israel aún no estaba asentado en una tierra que pudiera llamar suya».
[ii]La Estela de Merenptah revela que en 1209 a.C., Israel era descrito como un grupo de personas que encajaba en el período de los Jueces.
La arqueología es una contribución a la fiabilidad de la Biblia
Es posible que la arqueología no pueda probar la Biblia con certeza, pero proporciona evidencia de la confiabilidad de la Biblia. Tanto la Piedra Rosetta como la Merenptah respaldan la confiabilidad de la Biblia. La Piedra Rosetta sugiere que Moisés podría escribir el Pentateuco, mientras que la Estela de Merenptah apoya que Israel era una nación organizada. [iii]Muchos otros descubrimientos respaldan la confiabilidad de la Biblia, especialmente después de la época del rey David, que pueden estudiarse más a fondo. La Biblia tiene el respaldo histórico para asegurar su confiabilidad.
Comprender la evidencia que respalda la confiabilidad de la Biblia puede fomentar la confianza al leer acerca de Dios y Su testimonio a las naciones. La Biblia afirma ser la «palabra de verdad» en pasajes como «Nunca quites jamás de mi boca la palabra de verdad», ubicado en el Salmo 119:43. También en 2 Timoteo, que dice: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad». La Biblia fue dada a las personas para que pudiéramos conocer a Dios y el camino de salvación a través de Cristo. Por lo tanto, la arqueología puede contribuir al testimonio de la Biblia para que la gente pueda confiar en ella y conocer al único Dios verdadero.
Referencias:
[i] Randall Price, Handbook of Biblical Archaeology (Manual de arqueología bíblica) (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2017), 26.
[ii] Clive Anderson y Brian Edwards, Evidence for the Bible (Evidencia para la Biblia) (Inglaterra: Day One Publications, 2014), 32.
[iii] [Nota del editor: Según la Biblia, Israel estaba organizado bajo jueces en esa época, pero no bajo un rey. Ese período monárquico no ocurriría hasta la época del rey Saúl y David, alrededor del año 1000 a. C., mucho después de la época de Merenptah en Egipto. Israel era un pueblo distinto y organizado, incluso en la época de los jueces, y en ese sentido era una nación.]
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek recursos
Deanna Huff es esposa y madre. Lleva veinte años enseñando y capacitando a personas para que conozcan su fe cristiana y la compartan. Ha impartido numerosos seminarios para la Convención General Bautista de Oklahoma, el Retiro de Damas de Oklahoma y la Conferencia Estatal de Evangelismo. Durante diez años, impartió clases de Biblia, Historia Universal, Apologética y Filosofía a estudiantes de secundaria en la Academia Christian Heritage. Deanna es candidata a doctorado en Apologética y Teología en la Universidad Liberty. Tiene una Maestría en Teología con especialización en Apologética y Cosmovisión del Seminario Teológico Bautista del Sur, una Maestría en Divinidad con Lenguas Bíblicas del Seminario Teológico Bautista del Suroeste y una Licenciatura en Artes de la Universidad de Oklahoma.
Traducido por Fausto Castro
Editado por Wendy RodasFuente
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