Por Alisa Childers
Permítanme empezar diciendo que me gusta Rob Bell. (No pensaste que iba a decir eso, ¿verdad?) Como parte de una investigación que estoy haciendo sobre el Cristianismo Progresista, he pasado bastante tiempo con él últimamente, —escuchando conferencias, entrevistas y leyendo sus libros. De todos los autores progresistas que estoy leyendo actualmente (Rachel Held Evans, Richard Rohr, Brian McLaren, Steve Chalke y Pete Enns, entre otros), Bell es el que más me gusta. Esto no significa que esté de acuerdo con mucho de lo que dice, pero es elocuente, claro, fascinante y parece una persona genuinamente agradable.
Hace poco leí el libro de Bell, What Is the Bible? How an Ancient Library of Poems, Letters, and Stories Can Transform the Way You Think and Feel About Everything (¿Qué es la Biblia? Cómo una antigua biblioteca de poemas, cartas, e historias pueden transformar tu forma de pensar y sentir en todos los aspectos) (Ese es un título muy bueno.) Con capítulos como “Moisés y su humedad”, “Ollas humeantes” e “Y la grasa inmovilizó la espada”, la creatividad y el entusiasmo de Bell por su trabajo son palpables.
Una de las cosas en las que destaca es en la narración de historias y en la aportación de datos contextuales que ayudan al lector a comprender el panorama general de la Biblia. A veces lo hace de forma que termino sonriendo y afirmando con la cabeza. Otras veces acabo jalándome los cabellos y discutiendo con mi computadora (porque lo leí en Kindle). En ocasiones, el “panorama general” que pintó era totalmente ajeno a la Biblia.
He aprendido que cuando leo a Rob Bell, siempre debo cuestionar sus premisas. Es brillante en la construcción de una interpretación deslumbrante y convincente en torno a una premisa falsa. Antes de que te des cuenta de lo que ha sucedido, has saltado por un arco iris completamente diferente, cosechando baratijas de una olla de oro totalmente distinta, —que puede que no contenga oro real.
Aquí hay un ejemplo.
En un capítulo titulado “Lo humano y lo divino”, Bell señala que la Biblia fue escrita por humanos. Lo repite a menudo a lo largo del libro e incluso afirma en la introducción que “la Biblia es un libro sobre lo que significa ser humano”. (p. 4) Señala que “cuando empiezas ahí, [ entendiendo que la Biblia fue escrita por humanos] y te adentras en la humanidad de esta biblioteca de libros, puede que encuentres lo divino.” (p.183) En este punto, la mayoría de la gente seguirá leyendo como si nada. Pero a esto me refiero: es una premisa falsa. Me explico.
Una de las claves del pensamiento crítico es cuestionar siempre las premisas. Alguien puede presentar un argumento que es lógicamente válido, pero que sigue siendo erróneo. Observa este argumento:
Premisa 1: Todas las razas de ganado tienen rayas moradas.
Premisa 2: La vaca Jersey es una raza de ganado.
Conclusión: Las vacas Jersey tienen rayas moradas.
¿Las vacas de Jersey tienen rayas moradas? Por supuesto que no. Pero, aunque la conclusión sea falsa, ésta consideró correctamente las premisas, así que técnicamente, el argumento es válido. Por eso las premisas son tan importantes. Veamos la premisa de Bell.
¿La Biblia fue escrita por humanos?
Es cierto que la Biblia fue escrita por humanos. Pero esa no es toda la historia, y por lo tanto no debe ser nuestro punto de partida como sugiere Bell. Esta es una visión torcida de cómo se escribió la Biblia. Dios ciertamente usó a muchas personas diferentes que vivieron en varias culturas y períodos de tiempo para redactar las palabras de la Escritura, pero como dice Pablo en 2 Timoteo 3:16 LBLA, “Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia”.
La palabra griega traducida como “inspirada por Dios” no significa “inspirada” de la misma manera que un poeta es inspirado por su musa, o como un bailarín que se desempeña con inspiración. Significa ” exhalado por Dios”. Al referirse a las profecías del Antiguo Testamento, el apóstol Pedro escribió: “ pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios”. (2 Pedro 1:21 LBLA)
Jesús dijo que cuando David escribió las Escrituras, estaba “hablando por el Espíritu”, y afirmó una y otra vez que creía que las Escrituras eran la mismísima Palabra de Dios: inspiradas, con autoridad e históricamente confiables.
¿Se equivocan Pablo, Pedro y Jesús? La premisa de Bell sugiere que sí. Su punto de partida es desechar la doctrina de la inspiración divina, o al menos la interpretación tradicional de la misma. Hay un breve capítulo en el que todo gira alrededor de la palabra “inspirada”, pintando su significado con la más tosca de las brochas. Al explicar que el uso que hace Pablo del griego theopneustos, (respirado por Dios), escribe que Pablo simplemente quería decir: “Son libros, pero son más que libros”. (p. 286) Compara esto con ser inspirado por una canción o al tener “algo bueno, de esperanza, verdadero, reconfortante, sanador o genuino” es soplado hacia ti. (p. 286)
Al final del capítulo, hace una distinción importante pero sutil. Escribe: “La Biblia está inspirada, de la misma manera en que tú eres inspirado… No eres más que un humilde saco de huesos y piel que tropieza, y sin embargo la fuerza creadora divina, infinita y eterna del universo ha soplado en ti”. Cuando compara eso con la forma en que la Biblia está inspirada, escribe que esta “Biblioteca de libros. . .ha sido soplada hacia. . .” (p. 287) Esto puede no parecer tan controvertido, salvo que implica que los libros fueron primero escritos y luego inspirados.
La Biblia enseña que los propios escritores de las Escrituras fueron ” impulsados por el Espíritu Santo” para escribir las palabras ” exhaladas por Dios”… Dios no tomó lo que ya habían escrito para convertirlo en algo inspirador.
¿Qué está en juego?
Si el punto de partida de Bell es que la Biblia es esencialmente una invención humana, no es de extrañar que no considere los acontecimientos ahí registrados cómo históricamente fiables.
Al exponer la idea de que la Biblia fue escrita por seres humanos (¿estás viendo hacia dónde se dirige?), Bell se pregunta por qué María y los discípulos no reconocieron a Jesús resucitado cuando lo vieron por primera vez. Casualmente menciona entre paréntesis:
La próxima vez que oigas a alguien insistir en que fue una resurrección real y literal, asegúrate de añadir que lo corporal debe significar que no tenía el mismo aspecto de antes. (p.185)
¿Observas lo que hizo ahí? Simplemente asume que sus lectores son demasiado inteligentes como para pensar que la resurrección de Jesús fue un hecho “literal” (contrario a lo que prácticamente todos los cristianos creyentes en la Biblia han afirmado durante los últimos 2.000 años). No se toma la molestia de exponer ese argumento (bíblico o de otro tipo) ni siquiera señala las ramificaciones teológicas por haberlo cambiado. Y así, sin más, —derriba una doctrina cristiana esencial con nada más que una ocurrencia entre paréntesis. Pudo hacerlo porque ya había hecho creer al lector que la Biblia es un libro sobre lo que significa ser humano.
En este punto, Bell se ha posicionado a sí mismo (y al lector) por encima de las Escrituras como la máxima autoridad y juez de la verdad. Y lo consigue en unos pocos párrafos bien escritos, fascinantes e ingeniosos.
Tengo algunos puntos de acuerdo con Bell. Por ejemplo, escribe que la Biblia debe leerse “literalmente”. Es decir, leerla según su género y su contexto cultural. No podría estar más de acuerdo. Sin embargo, casi inmediatamente explica esto para señalar que cada vez que hay algo “extremo” (como Elías siendo arrebatado al cielo), debemos tomarlo como una pista de que probablemente no es histórico. (p. 80) Su premisa fundamental de que la Biblia es más humana que divina seguramente empañara cualquier punto bueno que haga.
¿Es la Biblia un libro esencialmente humano? Jesús, Pablo y Pedro no lo creían, —y prefiero creer lo mismo que ellos.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
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Alisa Childers es una cantante y compositora estadounidense, más conocida por formar parte del grupo femenino de música cristiana ZOEgirl. Ha tenido una lista de los diez mejores sencillos de la radio, cuatro lanzamientos de estudio y recibió el premio Dove durante su tiempo con ZOEgirl. Años más tarde, Alisa experimentó un profundo desafío a su fe de toda la vida cuando empezó a asistir a lo que más tarde se identificaría como una iglesia cristiana progresista. Este desafío empujó a Alisa hacia la Apologética Cristiana. Actualmente se puede leer, escuchar y ver el trabajo de Alisa en línea, así como adquirir su libro recientemente publicado sobre el cristianismo progresista, titulado Another Gospel.
Blog Original: https://cutt.ly/FOy2Fvc
Traducido por Jennifer Chavez
Editado por Gustavo Camarillo