¿Es abuso infantil enseñar a los niños sobre Dios?

Por Shanda Fulbright

La gente siempre me dice que no vea la sección de comentarios de una publicación en las redes sociales. No les hice caso.

Acabamos de promocionar el nuevo plan de estudios para niños Let’s Get Real: Examining the Evidence for God (Hablemos con la verdad: examinando las evidencias a favor de Dios), basado en el best seller de Turek y Geisler: No Basta mi Fe para ser Ateo. Me anticipé a la reacción. Conozco el procedimiento. Publicas algo sobre Dios y las pruebas que apuntan a su existencia y, de repente, todos los ateos se ponen detrás de su teclado para decirte por qué estás equivocado. Lo que no esperaba era ser acusada de abuso infantil.

¿Enseñar a los niños sobre Dios es abuso infantil?

No es una acusación nueva contra los cristianos. En El espejismo de Dios, de Richard Dawkins, afirma que el adoctrinamiento religioso es abuso infantil. Sin embargo, podría decirse que Nicholas Humphrey, neuropsicólogo de la Universidad de Cambridge, lo dijo primero. En su conferencia de 1997, What Shall We Tell The Children (“¿Qué debemos decir a los niños?”), afirmó: “En resumen, los niños tienen derecho a que sus mentes no sean adormecidas por tonterías. Y nosotros, como sociedad, tenemos el deber de protegerlos de ellas. Así que no debemos permitir que los padres enseñen a sus hijos a creer, por ejemplo, en la verdad literal de la Biblia, o que los planetas gobiernan sus vidas, como no debemos permitir que los padres les rompan los dientes o los encierren en un calabozo”.

Aquí, Humphrey compara proteger a los niños del adoctrinamiento religioso con protegerlos de que sus padres les rompan los dientes. Ambas cosas son maltrato infantil. Así que los que invaden las secciones de comentarios y acusan a los padres de abuso infantil sólo están repitiendo lo que ellos mismos han sido adoctrinados. Aunque apostaría a que ellos no lo ven así.

Los cristianos adoctrinan a sus hijos, pero también lo hacen los ateos.

Cada vez que veo acusaciones de maltrato infantil porque estamos “adoctrinando a nuestros hijos”, pienso para mis adentros, este tipo no entiende el significado de adoctrinamiento. Así que definamos nuestros términos antes de seguir adelante. “Adoctrinamiento” tiene una connotación negativa, pero antes no la tenía. Según el Dr. Lawson Murray, la palabra adoctrinamiento entró en la lengua inglesa en el siglo XVII. Entonces significaba “enseñar doctrina”. Las doctrinas son un conjunto de creencias e ideas sostenidas por una iglesia, un partido político y muchos otros grupos. Según esta definición, todos mantenemos doctrinas específicas, incluidos los ateos. Ninguna persona está exenta de adoctrinamiento o de adoctrinar a otros – incluyendo a Humphrey, Dawkins, y aquellos que invaden la sección de comentarios de un post en las redes sociales.

No fue hasta el siglo XIX cuando la definición de adoctrinamiento pasó a significar la imposición de un punto de vista ideológico. De hecho, adoctrinar suele equipararse a lavar el cerebro. Se puede encontrar una definición sencilla de adoctrinamiento en el diccionario Oxford, que dice: “El proceso de enseñar a una persona o grupo a aceptar un conjunto de creencias de forma acrítica”. Dado que esa es la definición que utiliza nuestra cultura actual para definir el adoctrinamiento, vamos a seguirla al examinar la afirmación de que adoctrinar a los niños sobre Dios y la religión es abuso infantil.

Ninguno de nosotros somos neutrales.

La gente que acusa a los cristianos de adoctrinamiento suele decir que deberíamos dejar que los niños descubran por sí mismos si Dios existe o no. Es una buena idea, pero se olvidan de una cosa: el mundo no es neutral. Todo el mundo tiene una cosmovisión que está llena de doctrinas – cosas que creen sobre cómo funciona el mundo. Todo lo que ves, lees o escuchas procede de la cosmovisión de su creador. Antes de adoptar una creencia, primero se filtra a través de la mente. Todo el mundo lo sabe, y no son neutrales respecto a las ideologías que impulsan a través de estos medios.

Quien pertenezca a la generación Z, no puede ver TikTok en estos días sin que una maestra de primaria presuma de cómo sus alumnos de primer grado están aprendiendo a aceptar su matrimonio gay. Un profesor no puede abrir su computadora portátil sin recibir un correo electrónico de la asociación de profesores sobre “actividades del Orgullo” para hacer durante el mes de junio (que levante la mano quien enseñe en California). Un padre no puede enviar a sus hijos a la escuela sin preguntarse si su hijo va a volver con un nuevo nombre, nuevos pronombres, o si va a volver del todo (véase la ley AB957 de California).

Si estos ejemplos no bastan para demostrar mi punto de vista, mencionaré Disney, Netflix, las bibliotecas públicas y la última película de las Tortugas Ninja Mutantes que se aseguró de dejar caer una bandera trans y un folleto LGBT+ en el fondo. No creo que hayan captado el mensaje de la gente de “no adoctrinar a los niños”.

Richard Dawkins lo tenía claro, casi.

En un artículo del Daily Mail, Dawkins afirma: “Lo que se debe enseñar a un niño es que la religión existe; que algunas personas creen esto y otras creen lo otro”. Espera, eso casi suena a educación imparcial: educar a un niño para que examine las afirmaciones sobre la cosmovisión y llegue a una conclusión informada. Los que abogan contra el adoctrinamiento religioso de los niños, ¿proporcionan un argumento honesto a favor de las cosmovisiones contradictorias? No del todo. Como también informa el Daily Mail, “el profesor Dawkins dijo en el festival que a los niños se les debe enseñar religión, pero que hay que ridiculizar lo que la religión afirma”. Dawkins casi no fue hipócrita. Casi.

¿Por qué está bien adoctrinar a los niños contra la religión pero no adoctrinarlos con la religión?

No se trata sólo de lo que se enseña, sino de cómo se enseña.

No estoy aquí para sugerir que está bien que los cristianos adoctrinen a nadie. De hecho, hay un dato crítico que hace que el adoctrinamiento sea un lavado de cerebro. Revisemos la definición para que estemos en la misma página. Adoctrinamiento es “El proceso de enseñar a una persona o grupo a aceptar un conjunto de creencias de forma acrítica“.

Eso significa que tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestros hijos y alumnos no sólo qué creer, sino por qué lo creemos. Si sólo dices a tus alumnos lo que deben creer, pero no les enseñas a examinar las pruebas, a escudriñar las cosmovisiones (incluido el cristianismo) y a hacer preguntas, entonces, en esencia, les estás adoctrinando.

Para educar en lugar de adoctrinar, estos tres componentes deben ser una parte esencial de su técnica de enseñanza:

Tres elementos esenciales para que la educación prevalezca sobre el adoctrinamiento

1. Preguntar: Todo maestro sabe que hacer preguntas es una de las mejores maneras de aprender. De hecho, un examen más detallado de los evangelios del Nuevo Testamento muestra que Jesús utilizó preguntas para enseñar a Sus discípulos y a las multitudes. Cuando Jesús estaba a solas con Sus discípulos, ellos tenían la oportunidad de hacer preguntas sobre Sus enseñanzas, y Jesús los llevaba a profundidades de conocimiento más profundas. Adoctrinar significa que el estudiante debe aceptar la creencia y la ideología sin cuestionarlas. Pero Dios no requiere que aceptemos el cristianismo sin cuestionarlo. Si lo hiciera, ¿por qué haría Jesús tantas preguntas para que la gente pensara, indagara, criticara y examinara Sus palabras y el mundo que les rodeaba?

2. Analizar: Analizar significa entender cuidadosamente algo, a menudo dividiéndolo en partes más pequeñas y fáciles de entender. Los de Berea fueron elogiados por esto en Hechos 17 por Lucas el historiador cuando escribió, “Enseguida los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas a Berea, los cuales, al llegar, fueron a la sinagoga de los judíos. Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así.” (Hechos 17:10-11). Un maestro responsable que transmite conocimiento a otro no espera que acepte lo que cree sin cuestionarlo. De hecho, si algún maestro cristiano no espera ser cuestionado, no debería estar enseñando. Esa es mi regla personal y me atengo a ella. Cuando enseñamos a los alumnos a analizar la información como los bereanos para ver si es cierta o no, enseñamos a nuestros alumnos cómo pensar, no qué pensar. En otras palabras, educamos, no adoctrinamos.

3. Evaluar: Evaluar significa valorar algo: ¿es bueno? ¿Es útil? ¿Refleja belleza? ¿Es probable que sea verdad? El apóstol Pablo escribió que debemos tener cuidado de no dejarnos cautivar por “filosofías huecas y engañosas” (Col 2:8). ¿Cómo podemos evitarlo? Evaluando cosmovisiones e ideas opuestas para ver cuál responde mejor a las preguntas de la cosmovisión. Porque todas tienen que hacerlo. Una de mis maneras favoritas de enseñar a mis propios hijos es ver películas seculares con ellos e identificar la cosmovisión detrás de cada una. Evaluamos lo que se promueve y por qué. Siempre hay un problema y el problema tiene una solución, pero ¿funciona? Enseñar a nuestros alumnos a evaluar las cosmovisiones opuestas nos mantiene en el lado de educarlos en lugar de adoctrinarlos.

La neutralidad secular es un mito

Al igual que todo el mundo tiene una cosmovisión, todo el mundo tiene una creencia sobre Dios. O creen que existe o no creen. O están con Jesús o están contra Él. Y todos vienen de una cosmovisión que está incrustada en todo lo que escriben, publican, cantan o filman. Y en cada uno de estos medios hay doctrinas, lo que creen sobre cómo funciona el mundo. No son neutrales al respecto.

Entonces, ¿enseñar a tus hijos sobre Dios es abuso infantil?

No es más mito que cuando un ateo les enseña que Dios no existe. La verdadera pregunta es, si tú crees que tienes la verdad, ¿por qué no enseñas a tus alumnos a cuestionar, analizar y evaluar todas las cosmovisiones y les das las herramientas para tomar una decisión informada?

Recursos recomendados en Español:

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek 


Shanda Fulbright es una profesora acreditada y tiene un certificado en Apologética Cristiana de la Universidad de Biola, un certificado de la CrossExamined Instructor’s Academy, así como varios certificados de Online Christian Courses. Es presentadora del podcast Her Faith Inspires, donde trata temas culturales y los alinea con la verdad bíblica. Puedes leer sus blogs y saber más sobre ella en shandafulbright.com

Traducido por Jennifer Chávez

Editado por Mónica Pirateque 

Fuente Original del Blog: https://bit.ly/3rrm9y7 

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