¿Hay profetas en la Iglesia hoy en día?

Por Jasón Jiménez

Enciende tu televisor y seguramente te encontrarás con programas religiosos con alguien declarando que habla en nombre de Dios. Ve a tu librería local, y allí, estoy seguro de que encontrarás varios libros escritos por personas que dicen haber recibido revelaciones divinas de Dios. Entra a YouTube, y definitivamente verás vídeos de predicadores que proclaman: “Así dice el Señor”.

¿Hay profetas en la Iglesia hoy en día?

Este bombardeo de “palabras proféticas” de miles de voces ha provocado, sin duda, la confusión de muchos cristianos. En un grupo, tienes a los cristianos que quedan atrapados en el sensacionalismo de las palabras proféticas propugnadas por el movimiento de la Palabra de Fe. En otro grupo, están los cristianos que dudan de la profecía por completo, porque carecen de la fe para entender su propósito en el cuerpo de Cristo. Y aún hay quienes no saben en qué creer.

Por lo tanto, volvamos a la Biblia para ver lo que tiene que decir sobre los profetas.

Lo primero que notamos de Pablo es que hay profetas en la Iglesia hoy. En Efesios 4:11-13, Pablo menciona el oficio de profeta en la iglesia. Y no solo eso, sino que Pablo describe además el don de profecía en 1 Corintios 12:10.  De hecho, el don de profecía se menciona más que cualquiera de los otros dones espirituales. Puedes encontrarlo en estos pasajes: Romanos 12:6; 1 Corintios 12:27-29; 13:1-3, 8; 14:6, y en Efesios 4:11.

Dicho esto, es vital entender que el oficio de profeta en los tiempos modernos no es el mismo que el de los profetas del Antiguo Testamento. Antes de que Jesús viniera a la tierra, Dios levantó profetas (en hebreo, nabi, “pronunciar”) o videntes (portavoces) como líderes nacionales que hablaban con especificidad y con un 100% de exactitud en sus profecías (Deut. 18:20-22; Jer. 23:28, 31-33). Pero después de la ascensión de Cristo al cielo y la termminación de la Palabra escrita, Dios utiliza a sus profetas modernos de manera diferente a como lo hizo con Samuel, Daniel e Isaías. El escritor de Hebreos lo aclara cuando abre su carta con estas palabras: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por  Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo” Hebreos 1:1-2 (LBLA).

Además, según 1 Corintios 14:3-4, la función principal de un profeta ahora es edificar, consolar y animar a la Iglesia. Sin embargo, eso no significa que la profecía predictiva no se ejerza entre algunos profetas de Dios. Como Agabus (en Hechos 11:27-28), hay ocasiones en que un profeta dará una palabra profética de Dios sobre el futuro. Por eso no debemos descuidar la profecía en la Iglesia (1 Tesalonicenses 5:19-21). Pero, nuevamente, el propósito principal del don de profecía, en la era de la Iglesia, es animarse y exhortarse unos a otros (1 Cor. 14:31). Los profetas no son llamados por Dios para generar visiones que otros en la iglesia no puedan juzgar (1 Corintios 14:29).

Por lo tanto, no debemos buscar en los profetas una nueva revelación, sino una exhortación de acuerdo con la iluminación de las Escrituras.

Para terminar, los siguientes seis indicadores te ayudarán a distinguir entre un verdadero profeta y un falso profeta.

  1. La palabra de un verdadero profeta se cumplirá. La palabra de predicción de un falso profeta no se cumplirá (Deut. 18; Jer. 23).
  2. Un verdadero profeta nunca da una palabra que contradiga la Biblia. Un falso profeta torcerá las Escrituras para validar un sueño o una visión que haya tenido. Por ejemplo, los falsos profetas tomarán profecías explícitamente destinadas a Israel y las aplicarán a los Estados Unidos, contradiciendo directamente las promesas de Dios en la Biblia.
  3. Un verdadero profeta no se jacta ni tiene afán de lucro. Un falso profeta se jacta de haber recibido una “palabra profética” o una visión de Dios como si estuviera ungido divinamente y explota a la iglesia para obtener beneficios económicos.
  4. El ministerio de un verdadero profeta se alinea con lo que la Biblia enseña. Un falso profeta habla más de sus visiones celestiales y “palabras proféticas”, que lo que enseñan contextualmente la Santa Biblia. “Tus profetas tuvieron para ti visiones falsas y necias, y no manifestaron tu iniquidad para que regresaras de tu cautiverio, sino que vieron para ti oráculos falsos y engañosos” Lamentaciones 2:14 (LBLA).
  5. Un verdadero profeta edifica a la iglesia y lleva a las personas a Jesucristo. Un falso profeta no llama a la gente al arrepentimiento, sino que comparte mensajes que apelan a sus necesidades y deseos. 2 Timoteo 4:3-4 (LBLA), “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos”.
  6. La defensa de un verdadero profeta proviene del Espíritu Santo. Un falso profeta dice continuamente a la gente que no es un falso profeta.

Recursos recomendados en Español:

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek  

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Jason Jiménez es presidente de STAND STRONG Ministries y autor de Challenging Conversations: A Practical Guide to Discuss Controversial Topics in the church (Conversaciones desafiantes: Una guía práctica para discutir temas controvertidos en la iglesia). Para más información, visite www.standstrongministries.org.

Blog Original: https://cutt.ly/9mwmCNy