La vida presenta numerosas pruebas y retos, muchos de los cuales no provienen de nuestras acciones sino del comportamiento y de la transgresión de otros. Traición, injusticia, o rechazo pueden infringir un profundo dolor y estrés emocional. La abrumadora naturaleza del sufrimiento, particularmente cuando es causado por otro individuo, provoca el cuestionamiento natural de cómo un Dios omnibenevolente podría permitir tal aflicción en los momentos más oscuros.
Puedo decirte por mi propio dolor personal que es difícil estar en paz en la vida luego de ser herido o traicionado por alguien en quién confiabas. El dolor emocional puede hacerte sentir como si no pudieras confiar en Dios y perdonar a los demás. Sin embargo, es necesario reconocer que este dolor no refleja la ausencia del amor de Dios o su presencia en nuestras vidas. Al contrario, ofrece una profunda oportunidad de crecimiento espiritual y la profundización de nuestra fe.
Las escrituras recuerdan a los creyentes que Dios entiende profundamente el dolor humano. El escritor de Hebreos nos recuerda de que que “ no tenemos mayor sumo sacerdote quien es incapaz de compadecerse de nuestras debilidades (Hebreos 4:15)
La descripción que hace el profeta Isaías de Jesús como “ varón de dolores y experimentado en quebranto”(Isaías 53:3) sirve como un poderoso testamento de compasión del Señor, que voluntariamente soportó el dolor humano. Esta comprensión del sufrimiento humano subraya la invitación de Jesús a que las personas busquen consuelo en Él.
“28 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. 29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana»28 »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso. 29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana»
Mt. 11:28-30
Cuando enfrentamos el dolor emocional, es comprensible lidiar con la ira y los pensamientos de represalia. Sin embargo, es importante abordar nuestras circunstancias con una perspectiva espiritual. Como nos recuerda Efesios 6:12, nuestros retos abarcan no sólo lo físico y lo emocional, sino también lo espiritual.
Además, puede parecer muy fácil suprimir nuestro dolor y decirnos a nosotros mismos “sigue adelante”, pero este enfoque a menudo nos lleva a problemas espirituales y emocionales mucho más profundos. Es crucial reconocer confrontar el dolor infligido por otros. Una manera eficaz para hacerlo es buscar consuelo en la presencia de Dios. Como David expresó en una conmovedora canción, estar en la presencia de Dios trae una sensación de plenitud y alegría, ofreciendo un camino de sanidad y restauración (ver Salmo 16)
Por lo tanto, te digo, querido amigo, comparte tu dolor con Dios. No lo ignores o te sientas avergonzado. Necesitas aceptar que sentir enojo por ser lastimado y traicionado es perfectamente normal.
El siguiente paso puede ser visto como imposible y mucho más difícil: la necesidad de perdonar. Una gran parte para conseguir paz y sanidad es confiar en el perdón de Dios. Tal como Dios nos perdonó a través del sacrificio de Jesús, somos llamados a perdonar a otros (Efesios 4:32, Mateo 6:14-15). El perdón requiere de la elección consciente de entregar el ofensor a Dios y liberarnos de la ira y resentimientos, en lugar de condonar la maldad o pasar por alto el dolor.
Confiar en el perdón de Dios puede ser difícil cuando nos encontramos lastimados y luchando para comprender, pero esto es vital para nuestro proceso de curación. Ten fe que Él puede convertir nuestro dolor en un propósito, traer belleza de las cenizas y usar nuestro sufrimiento para moldearnos a la semejanza de Jesucristo.
En su libro, “Puedes confiar en Dios cuando la vida lastima”, Amber Albee Swenson comparte esta prometedora verdad:
“Dios no es ajeno a nuestras situaciones y no está despreocupado. Algunas veces, nos da la oportunidad de remediar la solución, como los discípulos en la tormenta. Algunas veces él está observando para monitorear nuestra reacción, como lo hizo con Job en el antiguo testamento. Y algunas veces, como el apóstol Pablo en ese barco, Él está sosteniendo hasta el minuto exacto en que decide acabar con nuestra tormenta.”
Reconocer nuestro dolor, confiar en la fuerza de Dios y escoger el perdón son necesarios para alcanzar sanidad en medio del dolor y puede ayudar a reparar una relación rota en muchos casos. Aquellos que no aprendan a lidiar con el dolor es mucho más probable que sean consumido por ello, causandoles dolor a otros. Sin embargo, mientras más aprendas a confiar en Dios para sanar, más fuerza y consuelo obtendrás la próxima vez que sufras una herida. Es importante recordar que la sanidad lleva tiempo, no es sólo un proceso, es un viaje. No importa cuánto tiempo tome superar el dolor, Jesús siempre está a tu lado, listo para sostenerte y llevarte a través de la oscuridad del dolor.
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek recursos
Jason Jimenez es Presidente de STAND STRONG Ministries y autor de Challenging Conversations: A Practical Guide to Discuss Controversial Topics in the Church. Para más información, visite www.standstrongministries.org.
Traducido por Walter Almendras
Editado por Yatniel Vega
Fuente Original del Blog: https://bit.ly/4hRIxWT