El Milagro de la Navidad

Por Al Serrato

A finales de esta semana, los cristianos de todo el mundo celebrarán el nacimiento del Salvador. Pero para el creciente número de ateos, esta celebración tiene poco sentido. Habiendo aceptado la visión materialista de la realidad, se han limitado a pensar que la naturaleza es todo lo que hay, o hubo, o habrá jamás. Ajenos en gran medida a la futilidad de una cosmovisión tan estéril, creen tener la razón cuando insisten en que milagros como la Encarnación son sencillamente imposibles.

Pero el pensamiento que subyace a esta cosmovisión es circular: parten de la suposición  -la hipótesis de trabajo- de que la naturaleza es todo lo que existe, y que todas las cosas y acontecimientos deben explicarse por procesos naturales. ¿No es de extrañar, entonces, que acaben donde empezaron, con la conclusión de que los milagros no ocurren? Y sin la posibilidad de milagros, concluyen que el cristianismo debe ser falso, sin molestarse nunca en examinar las pruebas históricas que lo apoyan. Pero, por supuesto, para un Creador lo bastante poderoso como  para crear el universo de la nada -como corrobora que ocurrió el Big Bang- y lo bastante inteligente como para crear variedades prácticamente infinitas de vida mediante el ensamblaje de aminoácidos en ADN, entrar en este mundo como una criatura de carne y hueso no es realmente un obstáculo. Insistir en que esto es imposible es más o menos similar a que un pez en un acuario insista en que no existe nada más allá de la pecera. Para el pez, la pecera puede parecer que define los límites de la realidad, pero eso es simplemente porque su marco de referencia es muy limitado.

En esta época navideña, merece la pena recordar que el verdadero milagro de la Navidad no es que Dios se hiciera hombre, sino la forma en que lo hizo. Cuando Jesús vino a este mundo, Augusto César gobernaba un Imperio Romano que hacía sentir su poderío en todas las direcciones de la brújula. Pero Jesús no nació en la riqueza, el poder o el privilegio. Envuelto en harapos, respiró por primera vez en las circunstancias más humildes, acogido por unos padres que apenas podían cuidar de Él y que tuvieron que huir del país para protegerlo. Nació de un pueblo impotente. Desafiando las expectativas de un mesías conquistador, caminó entre hombres y mujeres como un simple carpintero, sin pretender formar una iglesia ni levantar un ejército. En cambio, habló del gran amor de Dios por nosotros, de nuestra necesidad de arrepentirnos y de las consecuencias de permanecer en nuestra rebelión. El nuevo «Adán» entregó su vida para restaurar lo que se había perdido con el Adán original, para arreglar lo que estaba roto… para volver a equilibrar la balanza de la justicia mediante un acto inmerecido de misericordia.

Al hacerlo, nos mostró el significado del amor verdadero: el amor que no busca recompensa ni retorno, el amor que se da desinteresadamente y sin límites: el tipo de amor que cada uno de nosotros anhela pero busca en los lugares equivocados. Se vació a sí mismo para llenarnos del amor que podía restaurar la relación rota cuando el hombre eligió usar su libre albedrío para desafiar a Dios. Poseyendo un poder infinito, eligió servir en lugar de ser servido. Sin poner nunca la pluma en el pergamino, sus enseñanzas resuenan hasta nosotros 2000 años después, con el mismo poder transformador que sacudió el Imperio Romano, y luego el mundo.

El salmista dice:

«Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

 la luna y las estrellas que tú has establecido, digo:

 ¿Que es el hombre para que de él te acuerdes, 

y el hijo del hombre para que lo cuides?».

¿Qué es el hombre?

Para el ateo, nada más que un animal. Un animal inteligente, sin duda, pero nada más.

Pero para el Creador del universo, el hombre ocupa un lugar muy venerado. Que se preocupe por nosotros, que nos exprese tanto amor y para nosotros, ése es el verdadero milagro de la Navidad.

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek recursos


Al Serrato se licenció en Derecho por la Universidad de California en Berkeley en 1985. Comenzó su carrera como agente especial del FBI antes de convertirse en fiscal en California, donde trabajó durante 33 años. Una introducción a las obras de CS Lewis despertó su interés por la Apologética, que ha seguido durante las últimas tres décadas. Empezó a escribir Apologética con J. Warner Wallace y Pleaseconvinceme.com.

Traducido por Yatniel Vega

Editado por Wendy Rodas

Fuente Original del Blog: https://bit.ly/48W14gq 

 

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