¿Niega la ciencia moderna los milagros?

Por Ryan Leasure

En épocas menos civilizadas, la gente creía que las tormentas eléctricas significaban que los dioses estaban enfadados con ellos. Un eclipse indicaba que Dios estaba a punto de llevar a cabo un juicio. Y la falta de lluvias significaba que las personas debían hacer las paces con su dios.

¿Pero ya hemos superado ese tipo de interpretaciones, verdad? Después de todo, la ciencia explica todo lo que necesitamos saber acerca de los eventos llamados “actos de Dios”. La ciencia explica los relámpagos, los eclipses y las sequías. Hoy sabemos que esos eventos no eran actos divinos — o milagros — porque así lo demuestra la ciencia.

O eso es lo que dice el escéptico. De hecho, desde que David Hume argumentó en el siglo dieciocho en contra de los milagros, los escépticos han reciclado sus palabras con gran entusiasmo. Podemos sintetizar su argumento de la siguiente manera: Un milagro es una violación de una ley natural, pero una ley natural jamás puede ser violada.

Dicho en otras palabras, Hume parte del principio de que los milagros no son posibles. Y argumenta, a priori, que ninguna cantidad de evidencia le persuadiría para aceptar que ocurrió un milagro porque la ley natural siempre se cumple. En resumen, la ciencia niega la existencia de los milagros. Pero, ¿es razonable esta postura? ¿Los cristianos deberían dejar de creer en la posibilidad de los milagros?

Si Dios creó el universo…

Supongamos que un día un amigo tuyo te dice que es imposible para LeBron James clavar el balón en un aro que está a una altura de metro y medio. Y él está firme en su idea de que no puede hacerse porque nunca ha visto a alguien que lo haga. Tú tampoco has visto a LeBron clavar el balón en un aro que está a esa altura, pero has visto innumerables juegos donde él fácilmente clava el balón en un aro que está a tres metros de altura. Así que intentas razonar con tu amigo y le planteas lo siguiente, “Si LeBron puede clavar el balón fácilmente en un aro que está a tres metros, ¿no crees que sería aún más fácil hacerlo en un aro que está a la mitad de esa altura?”

El mismo tipo de argumento puede presentarse ante la posibilidad de que ocurran los milagros. Verás, Dios ya realizó el más grande milagro imaginable cuando creó el universo desde la nada. Habló y todo empezó a existir — incluso las leyes que rigen la naturaleza. ¿Acaso Dios no podría actuar en su propia creación y superar las leyes que estableció? Sería un juego de niños para El.

Después de todo, nosotros mismos superamos las leyes de la naturaleza todo el tiempo. Los aviones superan la ley de gravedad. Cuando piso el pedal del freno de mi carro, estoy suprimiendo las leyes de la física al detenerme abruptamente en vez de continuar en movimiento. Y también lo hago cuando mi hijo me lanza el balón, y lo atrapo en vez de dejar que la gravedad lo atraiga al suelo.

Si tú y yo podemos intervenir en las leyes que rigen a la naturaleza, ¿No crees que Dios pueda hacer lo mismo? ¿Sería difícil para él hacer que alguien pudiera pararse sobre el agua y evitar que se hunda? ¿Qué tan complicado sería para él detener las tormentas, sanar a los enfermos, o aún resucitar a los muertos? Si él creó el universo a partir de la nada, entonces estos pequeñísimos milagros serían un paseo por el parque en comparación.

Los milagros son un tema filosófico, no científico

La ciencia predice lo que sucederá — si las condiciones no cambian — pero no puede considerar qué alguien decida intervenir en las leyes de la naturaleza. Es decir, la ciencia te dirá que la pelota caerá al suelo debido a la gravedad, pero la ciencia no puede predecir si yo impido que la pelota caiga al suelo. Es decir, la ciencia no puede explicar lo que hará un agente inteligente para influir sobre las leyes de la naturaleza.

Visto así, el asunto sobre los milagros no tiene mucho que ver con la ciencia. Pero sí tiene que ver con la filosofía. Y específicamente, el tema central es ¿Los milagros son posibles, sí o no? La perspectiva filosófica de David Hume decía que no. Desde el principio rechazó la posibilidad de su existencia y afirmó que ninguna cantidad de evidencia lo convencería de lo contrario.

Los teístas, por otro lado, creen que puesto que Dios creó el universo, los milagros son posibles. ¿Y por qué no serían posibles? C. S. Lewis notoriamente dijo lo siguiente:

Si admitimos a Dios, ¿debemos también admitir los  milagros? Sí, eso es lo correcto, y en efecto, en efecto, no tienes evidencia de lo contrario. Esto no es negociable.

¿Y, qué pasa con las pruebas?

Frecuentemente he escuchado a los escépticos decir que las afirmaciones extraordinarias deben ser respaldadas por evidencias extraordinarias. A simple vista, esto tiene sentido, pero la verdad es que es una afirmación poco razonable. Regularmente, lo que el escéptico insinúa es que necesita ver otro milagro para probar que el primer milagro sí pasó. Sin embargo, los milagros, por definición son sucesos raros. Si ocurrieran repetidamente para confirmar otros milagros, entonces ya no hablamos de milagros. Sino que estamos hablando de una ley natural.

Yo diría que las afirmaciones extraordinarias necesitan evidencias ordinarias. Te doy un ejemplo. Imagina que te digo que tengo un perro. ¿Qué tipo de evidencia debo dar para demostrarte que tengo un perro? Quizás pedirías que te enseñe fotos o un video. Tal vez desearías ir a mi casa y verlo por ti mismo para estar seguro.

Ahora, imagina que te digo que tengo un cerdo que vuela — sin duda una afirmación sorprendente. ¿Qué tipo de evidencia debo dar para que creas en lo que dije? La misma evidencia que solicitabas para saber de mi perro — evidencia ordinaria para una afirmación  extraordinaria.

Pero no estoy insinuando que creamos todos los milagros. Sino que debemos investigar cada declaración y concluir si las aseveraciones son ciertas o no. Debemos hacer preguntas tales como: ¿Hay testimonios creíbles de testigos oculares? ¿Hay varios testigos presenciales independientes? ¿Los testigos ganan o pierden algo con está afirmación? ¿La evidencia es contundente? Etc.

Cuando vemos los milagros en los Evangelios, esto es lo que encontramos. Tenemos el testimonio de testigos presenciales, hay muchos testigos que no ganaban nada excepto el ser perseguidos, estos eventos fueron recopilados y escritos en el lapso de una generación. De acuerdo a la historiografía del pasado, esto es lo mejor que podemos tener. Y según los estándares de la antigüedad estos eventos son fiables.

¿Por qué ya no hay milagros?

Coincido con quienes se preguntan porque hoy en día ya no vemos milagros. Es difícil creer en ellos si nunca has visto uno. Insisto, recordemos que si los viéramos frecuentemente, ya no serían milagros, porque por definición, son acontecimientos poco frecuentes.

Me gustaría resaltar que en la Biblia los milagros tampoco ocurrían a cada rato. La Biblia de principio a fin abarca un periodo de aproximadamente 1500 años. Y sin embargo, encontramos la gran mayoría de los milagros en tres pequeñas ventanas en el tiempo, y en cada una de ellas, los milagros autenticaron una nueva revelación que Dios estaba dando a su pueblo.

Por ejemplo, muchos milagros ocurrieron durante la época de Moisés y a la par Dios le daba a su pueblo la ley. Durante el periodo de los profetas — en especial con Elías y Eliseo — Dios llevó a cabo docenas de milagros. Y en los días de Jesús y sus apóstoles, Dios hizo milagros para avalar sus ministerios.

Dado que Dios ya no está dando más revelación escrita en este momento, no debería sorprendernos que sean pocos los milagros. Sin embargo, esto no quiere decir que los milagros hayan dejado de ocurrir, pues muchos informes creíbles dan fe que hoy en día ocurren milagros.

La ciencia no niega la existencia de los milagros

De acuerdo a las investigaciones del Grupo Barna, dos de cada cinco adultos en los EE.UU han vivido en carne propia un milagro. Eso es aproximadamente 94 millones de testimonios sobre milagros sólamente en los EE.UU. Y para que no creamos que son historias de personas incultas, el 55% de los médicos norteamericanos han visto recuperaciones médicas que serían consideradas como milagrosas.

Para que los escépticos tuvieran la razón, tendrían que ser falsas cada uno de estos testimonios y también cada noticia sobre milagros que se haya escuchado durante la historia de la humanidad. Pero, si Dios creó el universo a partir de la nada — como lo sugieren los datos científicos — entonces su capacidad para realizar milagros es incuestionable. En vez de negar la existencia de los milagros, parece que la ciencia nos muestra que son posibles.

Recursos recomendados en Español:

Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek

Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek 


Ryan Leasure tiene una maestría de la Furman University y una maestría en divinidad de la Southern Baptist Theological Seminary. Hoy en día sirve como pastor en la Grace Bible Church en Moore, Carolina del Sur.

Traducido por Gustavo Camarillo

Editado por Mónica Pirateque

Fuente Original del Blog: https://bit.ly/3YDaecK

 

 

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