En la primera parte de esta serie, consideramos algunos pasajes del Antiguo Testamento que comúnmente son mal interpretados. En ésta segunda parte hablaremos de algunos textos del Nuevo Testamento. Hay que aclarar que a veces el error no es más que una equivocación inocente. No siempre son inducidos con malas intenciones, por falsos maestros o porque son parte de teologías heréticas. Existen casos en que detrás de esto hay fuerzas malignas, pero lo más común es que la gente bien intencionada no entienda del todo lo que la Biblia dice. La lista que veremos a continuación son solo algunos de los textos que comúnmente son mal interpretados. Hay muchos para escoger, pero estoy casi seguro que si asistes con regularidad a la iglesia en alguna ocasión escuchaste al menos una de estas malas interpretaciones.
Mateo 7:1
No juzguen para que no sean juzgados.
Quizás este verso es el más citado de toda la Escritura más que Juan 3:16. El amor de Dios se retrata concisamente en un este solo versículo de Juan 3:16 y esto se consideraba como una hermosa verdad redentora que debería ser compartida y disfrutada — quizás más que cualquier otro versículo de la Biblia, hasta ahora. Pero recientemente, los mensajes más valorados de la Escritura son los que hablan de “no hacer juicios”. Por ello la popularidad de Mateo 7:1 ha crecido bastante. Pero este versículo anti-juicio no es una promesa para quedar libres de juicio. Pues todos seremos juzgados por Dios (Apocalipsis 20:11-15). Ni siquiera prohíbe el juicio entre los creyentes (Mt. 18:15-20; 1 Co. 5:12-13; 1 Ti. 1:20). Más bien, en contexto, el versículo nos previene para no caer en la hipocresía. El texto inmediato que sigue al pasaje en cuestión critica severamente a los hipócritas que intentan quitar la paja del ojo ajeno, cuando en su ojo ha estado por muchos años una viga (Mt. 7:1-5). Este versículo nos muestra un efecto tipo boomerang que se origina en nuestro actuar y que está en armonía con lo que encontramos en el Sermón del monte — de hecho este versículo forma parte del Sermón del monte (Mateo 5 al 7) [i]. Las Escrituras alientan a los cristianos a juzgar el pecado, al menos entre los mismos creyentes — “que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Ahora bien, los cristianos no deben juzgar a otras personas con la intención de condenarlas al infierno, tampoco deben actuar por iniciativa propia (individualmente) para prohibir que ciertas personas conozcan el cristianismo. Es en ese sentido en que los cristianos “no deben juzgar.” Pero Mateo 7:1 no está prohibiendo el juzgar a otros, sino que está diciendo que nunca juzgues de manera hipócrita y condenatoria. Debemos usar el juicio para que la iglesia sea disciplinada, para dictaminar veredictos y castigos justos, para reconocer y quitar el pecado, para diferenciar entre la verdad y el error, para discernir quién es sabio y quién no lo es, y para distinguir el bien del mal.
Mateo 10:28
No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a Aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno
Lo incorrecto en este versículo es que a Satanás se le da demasiado crédito. Se puede suponer, que este versículo, nos dice que debemos temer el poder de Satanás, el único que puede “destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.” Este error de interpretación tiene que ver más con una pobre teología que con una malintencionada exégesis. Porque el verdadero Señor del infierno es Dios no Satanás (1 Cr. 29:11-14; Sal. 103:19). Dios gobierna todo —incluido el infierno. Satanás no es otra cosa que un prisionero; y Dios es el guardián (Job 1:6-12; Ap. 20:1-3, 10). Es a Dios a quien se debe temer sobre cualquier cosa o persona, aun por encima de Satanás.
Mateo 18:19-20
Además les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Este pasaje es de los sufren más atropello en todas las Escrituras. Como primer error tenemos que, estos versículos suelen usarse para sustentar todo el repertorio que tiene la teología de “la salud y la prosperidad,” es decir, la creencia en la cual Dios debe de dar a los creyentes cualquier cosa que pidan (sin importar qué tan egocéntrico sea lo que quieran) siempre que lo pidan en grupo. El segundo error es un poco ingenuo. Los cristianos suelen usar el versículo 20 como una invocación de la presencia de Dios en las reuniones de oración, en los servicios de adoración, o en cualquier otra actividad. La forma para evitar estos dos errores es la misma, prestar atención al contexto. Mateo 18:15-20 nos habla acerca de la disciplina en la iglesia. Y el motivo para usar los números “dos o tres” es porque hacen referencia al número de testigos que eran llamados a testificar en los casos de transgresiones legales o religiosas. Con el fin de evitar los argumentos del tipo “él dice o ella dice,” se traían dos o tres testigos para obtener un testimonio confiable (Dt. 17:6; 19:15; 2 Co. 13:1; 1 Ti. 5:19; He. 10:28). Es más, ya que solo Dios tiene la autoridad última para juzgar (Dt. 32:39; Ro. 12:19), cualquier juicio de un hombre contra otro hombre tenía que ser realizado con la autoridad conferida por Dios. Y de acuerdo con estos versículos vemos que Dios ha dado su autoridad para juzgar a los grupos de creyentes, es decir, a la iglesia, “el cuerpo de Cristo.” La presencia de Dios en su creación es una realidad indiscutible (Sal. 139:7-12; Jer. 23:23-24; Hch. 17:27-28). Así que, Él no necesita ser invitado a las reuniones de oración ni a los cultos que celebra la iglesia (reconocerlo sí, pero no invocarlo). En este versículo se nombra su presencia haciendo referencia a la autoridad que ha dado a los creyentes para ejercer juicios dentro de la misma iglesia.
Apocalipsis 3:15-16
Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Estos versículos no enseñan que Dios prefiere una frialdad espiritual (incredulidad, hostilidad, inacción, improductividad) a la tibieza espiritual (hipocresía, cristianismo ocasional). Esta interpretación implica que Dios está esperando que se presente la incredulidad (u hostilidad o inacción). Esto supondría que Dios no sólo consiente la incredulidad, sino que la prefiere. En otras palabras, quiere encontrarla. Esta idea en sí misma es bastante peligrosa, pues sugiere que Dios tiene la culpa de que exista el mal, además de que lanza un gran desafío a las mismas Escrituras como por ejemplo 1a Timoteo 2:4 que dice, “pues él [Dios] quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.” Esta mala interpretación también adolece de ceguera contextual. Juan escribió a la iglesia próspera de Laodicea que desafortunadamente se localizaba al sur de Hierápolis, famosa por sus aguas termales con fines terapéuticos, y al norte estaba Colosas cuyas aguas eran refrescantes por ser frías[ii]. Laodicea, al no tener una fuente de agua propia tenía que traerla de estas dos ciudades. Así que cuando el agua llegaba a la ciudad ésta era tibia y sucia. Así que, Juan, está mostrando el contraste entre las aguas cálidas y terapéuticas, y las aguas frías y refrescantes — ambas buenas opciones. Entre éstas dos estaban las aguas revueltas de Laodicea.
Apocalipsis 3:20
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.
Este versículo suele entenderse como una invitación evangelística, sin embargo el contexto nos muestra que Juan sigue hablando a la iglesia de Laodicea. Es decir, Juan se está dirigiendo a los creyentes. Este llamado de Jesús a la puerta no es para anunciar la salvación, pues ya la han aceptado estos creyentes. Sino que es una invitación a una comunión más profunda con Dios.
¡Muy pronto la Parte 3 de esta serie!
Notas Finales
[i] El efecto boomerang lo vemos en Mateo 6:14-15, “Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones. (También busca Mt. 7:2, 12)
[ii] Robert H. Mounce, The Book of Revelation (El libro del Apocalipsis) Rev. Ed. en The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids: Eerdmans, 1998), 109-10
Recursos recomendados en Español:
Robándole a Dios (tapa blanda), (Guía de estudio para el profesor) y (Guía de estudio del estudiante) por el Dr. Frank Turek
Por qué no tengo suficiente fe para ser un ateo (serie de DVD completa), (Manual de trabajo del profesor) y (Manual del estudiante) del Dr. Frank Turek
El Dr. John D. Ferrer es educador, escritor y graduado de la Academia de Instructores CrossExamined. Diplomado por el Southern Evangelical Seminary y el Southwestern Baptist Theological Seminary, actualmente participa activamente en la comunidad provida y en su iglesia natal de Pella, Iowa. Cuando no está ayudando a su esposa Hillary Ferrer con su ministerio Mama Bear Apologetics, normalmente se puede encontrar a John escribiendo, investigando y enseñando apologética cultural.
Traducido por Gustavo Camarillo
Editado por Mónica Pirateque
Fuente Original del Blog: https://bit.ly/3UbaIqf